Luis Estrada, el director de "La ley de Herodes" y "El infierno", con el que todos los presidentes de México, desde Ernesto Zedillo y hasta Andrés Manuel López Obrador, se han incomodado por el contenido de sus películas, lo dice claro:
“Hacer un juicio alrededor de la autoproclamada Cuarta Transformación es una cosa de muchos claroscuros. En el caso de la cultura y el cine, que es mi materia, nunca ha estado en peor situación. Yo que he hablado pestes del PRI y del PAN, de sus formas de gobernar, hasta me duele decir que nunca había estado tan mal la cultura y la ciencia como en este sexenio".
“Hubo una especie de menosprecio y ninguneo hacia muchos de los que habíamos hecho carrera en este país. Se nos llamó rateros y hubo la desaparición de fideicomisos (como el Fidecine). Y ahora pregunto, ¿cuántos juicios se abrieron, cuántas personas fueron denunciadas y juzgadas? Simplemente los desaparecieron y crearon un modelo que no ha funcionado, ahí están los datos, no es sólo una apreciación subjetiva”.
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Ahora mismo, Estrada continúa un proceso contra miembros del Imcine y el Eficine, entre ellos María Novaro, directora del órgano rector del cine mexicano, a quienes denunció por posibles hechos constitutivos de una o más faltas administrativas, por presuntamente bloquear, de manera ilegal, el financiamiento para "¡Que viva México!", su más reciente película.
Cuando en marzo pasado se estrenó en salas su largometraje, un retrato de la sociedad confrontada, con políticos acomodaticios y corrupción al amparo de la imagen del nuevo régimen, AMLO utilizó su conferencia mañanera para desacreditar a Estrada, calificándolo entre otras cosas de clasista y racista.
“Creo que parte de su molestia (de AMLO) es que la esencia de "¡Que viva México!" es un poco hablar de que este país pareciera estar gobernado por el PRI. Cuando hablo de una continuidad en el sistema político mexicano, también hablo de la alternancia que significó Fox, que en el fondo fue un priísta y de Calderón, que también lo fue. López Obrador sigue siendo un priísta".
“Cada una de mis películas toca un tema muy específico: en "La ley de Herodes" era la corrupción, la impunidad; en "Un mundo maravilloso", la desigualdad social, lo que generó el neoliberalismo; en "La dictadura perfecta", la manipulación y el poder de los medios; en El infierno, la violencia loca en que nos metieron, y en "¡Que viva México!", se está alrededor de esta idiosincrasia de un sistema que nos ha convertido en quienes somos. Y ninguno de los problemas se ha resuelto, es decir, ni la corrupción, ni la desigualdad social, ni la violencia, ni la manipulación”.
Estrada tiene el hábito de leer diariamente cinco periódicos e intenta ver al menos una película. Hijo del también realizador José Estrada (El profeta Mimí y Maten al león), desde los seis años supo que quería dedicarse al cine. A mediados de los 80 fue expulsado del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM por haber hecho un corto, "Vengeance is mine", en inglés, el cual también ocasionó la salida de Alfonso Cuarón.
Mañana, a sus 61 años, recibirá un homenaje en el marco del Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF), donde también la Filmoteca de la UNAM lo reconocerá con su medalla.
“Es un honor que te consideren para una cosa así. Estoy agradecido con el Festival y con la Filmoteca y espero que no sea una señal de que me están jubilando o retirando de la profesión”, comenta de buen humor.
A finales del año pasado sorprendió cuando, a días de estrenar "¡Que viva México!" en Netflix, hubo desacuerdos en el lanzamiento y decidió comprarla para buscar distribución en la pantalla grande. Esa vez dijo que se había endrogado quizá por toda su vida. Hoy, orgulloso, dice que no le debe nada a nadie.
“He tratado de ser el dueño de todo lo que hecho. Nunca he sido de entender al cine desde el lado frívolo, del glamour, sino que siempre lo he concebido como un trabajo. Siempre he dicho lo que he querido. Creo que ha ayudado a ensanchar a la libertad de expresión”, indica.
Hay quien dice que La ley de Herodes ayudó a la derrota del PRI en el año 2000...
Es demasiado exagerado decirlo así. Fue como un catalizador de un clima social y político de mucho hartazgo alrededor de un sistema político que llevaba 70 años en el poder. Llevó a la gente a quizá tomar conciencia, pero de ahí a que la película hiciera eso, no lo creo porque, si así fuera, los partidos políticos harían películas.
¿Cómo ves ahora las llamadas “corcholatas”?
Este juego de tapados y destapados, y que ahora les llaman corcholatas, tiene mucho de este viejo sistema político mexicano. Creo que la omnipresencia de López Obrador va a tener influencia el próximo sexenio. Ahora veo una lucha por el poder descarnada, igual a como la vivimos a lo largo de la historia de este país. Ojalá me equivoque y ahora sí tengamos un gobierno de izquierda progresista.
¿Estás listo para que se te acerquen partidos políticos?
Ya todos tocaron la puerta y a todos les dije que no, ya les quedó claro que no tengo interés en hacer una carrera política.
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