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Faltaban una hora y treinta minutos para que comenzara el concierto de Fuerza Regida en la Plaza de Toros México, y las gradas seguían prácticamente vacías. El público que ya esperaba, confundido, comentaba: “¿No que ya no había boletos?”.
Lo que nadie podía anticipar era que, sólo 15 minutos después, la plaza ya superaba el 50% de su capacidad; y para las 21:00 horas, momento exacto en el que el grupo salió al escenario, el recinto estaba casi lleno, a excepción de unas cuantas butacas vacías.
Cuando la agrupación liderada por Jesús Ortíz comenzó a tocar, en un formato 360°, la vista era impresionante. El público estaba prácticamente encima de ellos, casi 50 mil personas gritando: “¡Fuerza, Fuerza!”.
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Iniciaron su presentación con uno de sus principales hits, “Dijeron que no la iba a lograr”, enviando un claro mensaje a todos aquellos que no solo habían dudado de la banda, sino del género regional mexicano en su totalidad.
El segundo tema fue “Ch y la pizza”, seguido de “Tu name”, ambos éxitos que se han convertido en fenómenos en las plataformas de streaming.
Antes de los californianos, Junior H ya había desbordado la plaza y el ambiente parecía casi imposible de superar, pero Fuerza Regida no solo mostró su gran convocatoria, sino también su capacidad para poner ambiente.
Desde jóvenes hasta adultos, portaban con orgullo chalecos, sombreros y botas vaqueras. Otros, al estilo de la nueva ola del regional, usaban tenis deportivos y gorras de béisbol, pero todos cantaban y bailaban al mismo ritmo de la tuba y el bajosexto.
Los shots se compartían entre todos, mientras en el gradas se encendían las luces para acompañar otro clásico de la agrupación: “Sabor a fresa”.
Con el público completamente volcado, y miembros del grupo uniéndose a la fiesta, la noche continuó con “Brillosa”, “Loco” y, por segunda vez, “Tu name”.
El vocalista pidió a todo el público que se levantara de sus asientos, pero ya se les había adelantado. En la zona frente al escenario, varias sillas ya estaban tiradas por el mismo público que, emocionado, bailaba sin cesar.
Incluso los propios miembros de la banda repartían alcohol a los más cercanos. Fue un show íntimo, al estilo de un palenque, donde, incluso después de que el espectáculo terminó, las bocinas de los autos se encendieron afuera y la fiesta continuó en los bares cercanos.