Como en los años 70 y 80, cuando los corridos norteños saltaron al cine de la mano de Antonio Aguilar e Ignacio López Tarso, ahora hay una serie de coincidencias con las que ese género musical parece estar de vuelta y la canción es una de ellas.

Pero acorde a los tiempos nuevos, la composición original, que se sitúa en 1900 y la cual cuenta la historia de una joven que es víctima de un feminicidio, ha sido adaptada cinematográficamente para alertar sobre la violencia de género.

En la versión más conocida de la canción, popularizada por la voz de Aguilar, se escucha al cantante decir que fue culpa de la propia víctima lo que le pasó.

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El desaire, título del filme rodado el año pasado y que ahora espera fecha de lanzamiento, es protagonizado por Vico Escorcia, Joshua Okamoto y Guillermo Alonso, bajo la dirección de Gabo Ramos.

“‘Rosita Alvírez’ es como la canción más emblemática de Saltillo (Coahuila), sobre un chavo que se llama Hipólito y saca a bailar a la chica, quien le dice que no y entonces la asesina. Nos cuestionamos cómo era posible que fuera una canción tan arraigada en la cultura, que la gente canta, hasta como de burla”, reflexiona Ramos.

“Pensamos que la violencia hacia las mujeres se ha normalizado y el corrido sirvió de inspiración a esta película, que fue diseñada para hacer reflexionar sobre la violencia de género, es generar conciencia sobre estos machismos”, explica.

La producción de Epic Films Institute, la Universidad Carolina y Vanguardia, sigue a Rosa, una joven en la actualidad (Escorcia), quien tiene a su alrededor a un novio celoso (Alonso) y un joven acosador (Okamoto).

En el elenco también se encuentran Gabriela de la Garza como la maestra de la escuela; Karen Martí, como la mejor amiga de la protagonista, e Irene Arcila, en el papel de la mamá de la víctima.

Escorcia, la protagonista, adelanta que se marcará el hecho de que el destino trágico del personaje no fue por ser coqueta o asistir a bailes, un discurso muchas veces oído en casos reales.

“Simplemente no es su culpa, punto. Es una película que Gabo hizo pensando en sus hijas. De pronto las banderas rojas, tanto en las relaciones como en interacciones con hombres en general, no son tan evidentes y hay peligros escondidos en la vida que hay que identificar”, dice la actriz.

La historia del corrido

El desaire se suma a recientes intentos fílmicos de usar el género o a sus cantantes para contar historias. El año pasado se estrenó en cines Mi gallo, actuada por Alfredo Ríos El Komander, que contabilizó cerca de 20 mil espectadores.

“Vemos que hay una relación muy fuerte del género del corrido y sus cantantes en los estados del norte de México, queremos probar ahí primero, junto con el sur de EU (la frontera), donde sabemos puede dar algo”, señala Gustavo Aparicio, de la distribuidora Spanglish.

Pero el auge del género se dio hace más de cinco décadas en la que arribaron a cines títulos como La muerte de un gallero, El moro de Cumpas y Simón Blanco, todas protagonizadas por Antonio Aguilar, así como Viva México y sus corridos, narrada por Ignacio López Tarso. También fueron adaptadas canciones de Los Tigres del Norte como “La banda del carro rojo” y “La camioneta gris”.

La primera película basada en un corrido del que se tiene registro es El héroe de Nacozari (1933), basado en “Máquina 501”, que relata el sacrificio de un hombre llamado Jesús García para que un tren no explote en el pueblo.

Para el crítico de cine Ernesto Díez-Martínez, colaborador en Letras Libres, el título marcó el camino de rescatar personajes de la revolución o con cierta mexicanidad, como “Juan Charrasqueado”.

“Luego el cine mexicano voltea hacia músicos y compositores para seguir conectados con el público. Por supuesto, para entonces, algunos de estos corridos ya son narcocorridos: ‘Contrabando y traición’, que provoca la saga de Camelia la texana, por ejemplo, o Lamberto Quintero, con Tony Aguilar.

“Entonces, ¿qué representa? una vertiente de cine genuinamente popular, aunque a muchos o a algunos no les guste”, dice.

Ramos, quien ahora retoma de cierta manera el género, dice que no puede hablarse de un renacimiento aunque haya algunas producciones recientes, sino de una casualidad.

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“Al final reflejan a la sociedad y en el caso de ‘Rosita Alvírez’, nos pareció importante que más de 120 años después siga habiendo muchos feminicidios, el comportamiento, desgraciadamente, no cambia”, indica el realizador.

Para el investigador Víctor Ugalde, el género dio seguimiento a las películas de los 50, en donde había varias canciones interpretadas por figuras de la radio y la música, migrando en los últimos años al narcocorrido y no sería sorpresivo girara hacia el tumbado, pero difícilmente podría funcionar en cines.

“Sobre todo por el costo del boleto para los interesados. Lo primero es bajar su costo y poner minisalas populares”, expresa.

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