Con sonidos de “The Requiem”, Linkin Park abrió su regreso a México tras 10 años de haberse presentado por última vez en el país. El intro con ese título pareció recordar desde el inicio la ausencia de Chester Bennington, su antiguo vocalista, quién se suicidó el 20 de julio de 2017.
Tras ese emotivo intro Mike Shinoda comenzó a rapear cuando nadie entre el público advertía que la banda ya estaba en el escenario, esto con el tema “Somewhere i belong”, donde tras la letra rapeada del fundador del grupo apareció Emily Armstrong, la nueva voz del grupo y la nostalgia quedó de lado, el público se entregó igual que si Amstrong fuese la voz fundadora de la banda.
“Muchas gracias, buenas noches” dijo Shinoda, y Amstrong agregó con su mejor esfuerzo de español “Viva La México”, grito la vocalista desatando la emoción del público pero también algunas risas.
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“Gracias por estar aquí, por tenernos aquí hoy es una gran noche de la gira mundial, la siguiente canción es del nuevo álbum que han apoyado quiero agradecerles por eso, estábamos muy nerviosos de lanzarlo y lo han recibido como los demás gracias”, continuo Shinoda, antes de interpretar “The Eptiness Machine”.
Detrás de cada canción Linkin contó una historia, después del primer bloque de canciones, en el que recordaron a Bennington desde el inicio, arrancó el segundo que nombró “La creación”, al que ingresaron con un interludio entre pianos, y una pantalla gigante que bajó del techo del escenario proyectando algo parecido a una galaxia.
“The catalyst”, fue el tema siguiente en el que los estrobos impulsaron el ambiente, mientras Shinoda y Amstrong cantaban como respondiendose, y el DJ Joe Hahn, reprodujo sonidos electrónicos, para dejar un poco atrás el metal y poner al público a bailar entre rap y sonidos artificiales.
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“Burn It down”, fue el tema que desmarcó al primer bloque del segundo, cuando el público frente al escenario se descontroló al escuchar el tema, y comenzó a brincar al mismo tiempo que las luces led que marcaban el contorno del escenario se encendían al ritmo del bajo y la batería del otro miembro nuevo Colin Brittain, todo al mismo tiempo, como si el escenario latiera al ritmo de los fans.
“Two faced”, llevo a Shinoda y Amstrong al frente del pasillo que conectaba la tarima con el centro de sus fans juntos cantaron mientras Amstrong era consentida por el público con el grito “¡Emily, Emily, Emily¡”, y se envolvía en una bandera de México.
Después de “La creación”, donde la banda se dedicó a celebrar la música con su público, vino “El Colapso”, momento donde la energía bajó, y el grupo comenzó a interpretar temas como “Lost”, ante las luces de los 65 mil celulares de su gente levantados para iluminarlos.
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Pero después de “El colapso” que cerraron con la célebre “What ive done” , la banda pasó de interpretar temas en tonos menores y la solemnidad a la energía.
Como si el show simbolizara lo que la banda ha pasado a lo largo de 7 años desde su pausa hasta este momento en su regreso a los escenarios, donde superaron la muerte de Bennington, y se reestructuraron, como lo señala el nombre de su último bloque “Kintsugi”, una técnica japonesa con la que se reconstruyen objetos rotos para darles una segunda vida.
Fue en este segmento donde la banda interpretó sus grandes clásicos como “Numb”, “In The End”, y “Faint”, “A place for my head”, y despedirse con “Bleed It out”.
“Gracias por darle la bienvenida a nuestros nuevos amigos Emily y Colin, los amamos a todos muchas gracias”, dijo Shinoda. Antes de despedirse con “Bleed It out”.
pjm/bmc