Madrid.— Aunque con lanzamientos largamente esperados, como el del último disco de The Rolling Stones, el de 2023 no fue tanto un año de álbumes apoteósicos que convencieran unánimemente a crítica y público como de giras mastodónticas y precios astronómicos como nunca se habían visto.
Taylor Swift, Madonna, Beyoncé, Coldplay y Bruce Springsteen, junto con Sus Satánicas Majestades, pusieron el listón de los tours en otro escalafón, especialmente el trío de divas pop, con tickets a precios tan altos que incluso se las acusó de haber impulsado la inflación en algunos países.
En el caso de Madonna, fue motivo de escándalo el precio por estar hasta en la parte de la pista más lejana, 200 dólares aproximadamente. Y Swift también en EU las gradas preferentes rondaron los mil dólares, con un precio promedio de 250 dólares por entrada.
Son probablemente la muestra más palpable de que algunos conciertos se han convertido en la “experiencia suprema”, sobre todo ante las reseñas sobresalientes y el bombardeo de noticias que generaron, con conceptos bien armados (Madonna y Swift aprovecharon para celebrarse a sí mismas), además de generosos en medios y duración, unas tres horas en el caso de Beyoncé y Swift.
La explotación comercial de estos dos tours ya emblemáticos no concluyó en el escenario, pues ambas artistas supieron rentabilizarlas doblemente al trasladar a las salas de cine sus propuestas en vivo para volver a sacudir las taquillas en una reconfirmación de que sus tours han sido auténticos fenómenos.
Por ventas de entradas para conciertos y salas de cine, de la mercadotecnia y por todo lo generado por sus grabaciones (volvió a romper récords de escuchas con su disco Midnights y el relanzamiento de 1989), Billboard estima que Swift habría logrado ingresar en total más de mil 750 millones de dólares.