En el cine, la televisión y en las novelas rosas siempre se ha romantizado a la maternidad como algo bello, dulce y que instintivamente la mujer puede llevar, pero para la actriz, escritora y directora española Elvira Mínguez es un mito que se debe terminar.

“Yo he sido madre tardía, fui mamá a los 44 años. A esa edad yo ya no veía la maternidad con ese lazo rosa, para mí era un hecho bilógico bastante adverso para el cuerpo. Es y sigue siendo un ejercicio de responsabilidad enorme, porque creo que la mayor misión de los padres es no joder a los niños y niñas su vida”, indicó la escritora.

Esta reflexión la planteó la también actriz en la serie La sombra de la tierra, que se estrena mañana por Atreseries Internacional.

A lo largo de cuatro capítulos, se cuenta la historia de Garibalda (Adelfa Calvo) y Atilana (María Morales) cuya relación se sustenta en un odio extremo. Así, mientras Garibalda es una mujer enferma que gobierna con mano de hierro a los habitantes del pueblo, Atilana es una viuda de mediana edad que a duras penas sostiene una finca que, en otros tiempos, fue grande, y las únicas víctimas de todo esto son los respectivos hijos de ambas.

Esta historia comenzó primero como un libro, el cual se basó en algunos recuerdos familiares de Mínguez, quien durante un taller de escritura tenía que crear una historia. Y recordó el cuadro de su bisabuela Atilana en el que ella tenía cara de infelicidad, lo que la llevó a investigar cómo vivían las mujeres de esa época (finales del siglo XIX).

“La novela respondía una pregunta importante: si la existencia se sustenta en el odio como pilar fundamental, ¿qué ocurre cuando el objeto odiado desaparece? ¿Qué pasa con todo ese odio? Entonces fue ver si estas dos mujeres son capaces de odiar por encima de todo, hasta de sus propios hijos, porque son mujeres que no aman”.

Fue entonces que Elvira descubrió que esta historia podría tener muchas vertientes, como la forma en que era llevada la maternidad en esa época y los secretos sucios que toda familia tiene y de los cuales no se habla, un tema que hasta hoy sucede en todo el mundo.

“El hecho de que la acción transcurra en 1896, era porque yo pensé que con esa distancia de tiempo sería más fácil digerirlo, aceptar que las víctimas de todo eso son niños que después crecen y siguen siendo víctimas toda su vida”, lamenta.

Sobre cómo terminó haciendo el guion y dirigiendo esta miniserie. Elvira explicó:

“Es un homenaje a las personas que han sufrido abuso sexual, tanto adultos como a aquellos que lo sufrieron en su infancia o ahora, no quería que esa historia se distorsionara, además no creía que hubiera alguien que tuviera los pantalones para plasmarlo tal cual, entonces tenía que tener el control”.

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