Las pesadillas de Michelle Garza Cervera son hiperrealistas.

La cineasta mexicana cuenta que una vez soñó que su papá lloraba por la muerte de su madre, aunque los dos estaban dormidos en su cama, y en otras ha podido ver claramente cómo algunos ojos la miran desde la esquina del cuarto o a veces observa nítidas cabezas cortadas.

“Es loquísimo eso”, dice Michelle quien, de dirigir Huesera, una película pequeña en presupuesto y que cautivó en 2023 ganando el premio Ariel y el Sitges, ha brincado a Hollywood, requerida por Disney.

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Y lo ha hecho por la puerta grande, con una “reimaginación”, como subraya en decir, de la noventera La mano que mece la cuna, que verá luz el próximo miércoles por Disney+.

Rodó la cinta a principios de año en Los Ángeles, cargando la responsabilidad, precisa, de respetar la premisa original de la obra, pero dándole otras cosas al espectador.

Maika Monroe, Mary Elizabeth Winstead, Raúl Castillo y Mileah Vega protagonizan el filme.

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La historia sigue a una madre de clase alta (Mary Elizabeth Winstead, Calle Clovertfield 10), que vive en los suburbios y contrata a una niñera (Maika Monroe, Día de la independencia: contraataque) para el cuidado de su bebé. El problema es cuando se descubre que la niñera no es quien dice ser.

Desde el guion escrito por Micah Bloomberg ya venían nuevos puntos, a los cuales Michelle logró sumar para refrescar la historia.

“Se tomaron elementos de la película original, pero es otra historia. Por ejemplo, en la versión de los 90, sus personajes buenos o malos son muy de extremos, aquí es más de claroscuros, de grises; aquí por momentos lo que hacen y sienten la protagonista y antagonista puede difuminarse y eso hace pensar a la gente de qué lado quiere estar.

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Adelanta que habrá otra presencia latina en el personaje del esposo de la protagonista.

“Pude meter por ahí algunos diálogos y de manera velada sobre la relación que hay (entre los dos países), de cómo percibimos la vida o eso que se supone es el sueño americano”, agrega Michelle.

Rebecca De Mornay, Matt McCoy y Madeline Zima, en la versión de 1992 .
Rebecca De Mornay, Matt McCoy y Madeline Zima, en la versión de 1992 .

Sin referencias

La egresada del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), donde también era la rara por gustarle el horror y estar tatuada, optó por no ver la versión original de 1992 previo al rodaje, precisamente para no tener influencias de ella.

Eso le dio la libertad, considera, de luchar batallas creativas, ganando algunas y perdiendo otras. Pero estaba consciente de que al ser una película de estudio (20th Century Fox) y ser una directora contratada ex profeso, su margen era corto.

“Algo de lo que estoy orgullosa es de la música que ocupó objetos de maternidad, de posparto, como instrumentos de lactancia (tiraleche) y juguetes para niños para hacer el score. Se hicieron también algunas dinámicas con sonido distorsionado, como herramienta (dramática) para algunas escenas”, detalla.

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Con La mano que mece la cuna, Michelle suma su nombre a la naciente presencia femenina mexicana en el terror y thriller internacional, donde ya están Gigi Saul Guerrero (Bingo hell) e Issa López (serie True detective).

Una de las diferencias que Michelle encontró más marcada entre su ópera prima mexicana y su nuevo filme fue la extensión del crew que, cuenta, prácticamente era el triple de elementos.

“Esta es una película legendaria y la menor manera de honrarla, creímos, fue darle sus propios procesos, identidad a los personajes y no arruinarlos con la comparación”.

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Con los Charolastras

Michelle agradece la experiencia hollwyoodense y está abierta a más propuestas, pero está segura de que lo importante es seguir con una línea autoral, íntima y personal.

Por eso ya tiene en cartera Mandíbula, película que coproducirá La Corriente del Golfo, la empresa creada por Diego Luna y Gael García Bernal, así como Universal. También tiene otro par de proyectos que van cuajando paulatinamente.

Mandíbula, basada en la novela homónima de la ecuatoriana Mónica Ojeda, trata sobre una estudiante obsesionada con las historias de terror y que es secuestrada por una profesora a quien había atormentado por meses.

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“Es regresar a México y seguir haciendo cosas. Lo más precioso que me llevo de La mano… es todo eso que no se ve, que tiene que ver con las personas que conocí, las dinámicas y los procesos, y sobre todo, que para las jóvenes, cuando la vean, digan: ‘mira, sí se puede’. Yo no tenía referencias (de directoras de terror), ahora ser una me hace ilusión”.

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