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La final del popular festival de la canción Eurovisión se celebra este sábado en la ciudad sueca de Malmö, donde se prevé que miles de manifestantes propalestinos protesten contra la participación de Israel por la guerra en Gaza.
Después de obtener el jueves su pase a la final, la cantante israelí Eden Golan, con su tema "Hurricane", figura junto a Croacia y Suiza como favorita en las casas de apuestas para ganar este concurso, que el año pasado fue seguido por más de 160 millones de telespectadores.
El concurso se ha visto rodeado de polémica por permitir la participación de Israel a pesar de los múltiples llamados a excluir el país por su ofensiva contra la Franja de Gaza.
La Unión Europea de Radiodifusión (UER), que hace dos años suspendió a Rusia por la guerra en Ucrania, confirmó en marzo la participación de Israel, aunque pidió a su representante modificar la canción presentada.
El tema, entonces llamado "October Rain", se consideró demasiado político por sus aparentes alusiones al ataque de Hamás el 7 de octubre que desencadenó la guerra en Gaza.
A la polémica por la participación de Israel, se sumó un altercado con el representante neerlandés, Joost Klein, que el sábado fue descalificado por la organización del concurso tras una denuncia interpuesta por una miembro del equipo de producción.
La queja está siendo investigada por la policía.
Este incidente, cuya naturaleza exacta se desconoce, no tiene nada que ver con su actitud hacia otras delegaciones, según la UER, en referencia sobre todo al desacuerdo que mostró el cantante al ser colocado junto a la participante israelí durante una conferencia de prensa.
La emisora neerlandesa Avrotros calificó de "desproporcionada" esta expulsión, tras la cual serán 25 países y no 26 los que se disputarán el primer puesto del certamen, conquistado por Suecia en 2023.
La policía prevé la presencia de hasta 20.000 manifestantes propalestinos en Malmö, una ciudad multicultural de 360.000 habitantes de 186 nacionalidades y con una importante comunidad árabe y musulmana.
La tercera ciudad sueca espera la llegada de unos 100.000 aficionados de 90 países coincidiendo con el 50º aniversario de la icónica victoria en Eurovisión del grupo sueco ABBA con la popular "Waterloo".
El jueves, la participación israelí en la segunda semifinal del certamen reunió a unos 12.000 manifestantes en las calles de Malmö que portaban banderas palestinas y pancartas con lemas como "la UER legitima el genocidio".
Nueve participantes de esta edición, siete de ellos clasificados para la final, han reclamado un alto el fuego en Gaza.
La controversia ha llegado a las instancias políticas. Ministros de Francia y Alemania consideraron "inaceptables" los llamados al boicot, pero en España, el socio minoritario del gobierno de izquierdas pidió la "expulsión de Israel".
La UER insiste en el carácter apolítico del concurso, argumento que esgrimió el año pasado para vetar la intervención del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, en la gala.
Sin embargo, el conflicto en Gaza ya ha tenido protagonismo en esta 68ª edición del certamen.
En la actuación inaugural de la primera semifinal el martes, el cantante sueco Eric Saade saltó al escenario con un pañuelo palestino atado alrededor de su muñeca.
En Bélgica, los sindicatos de la cadena de televisión pública flamenca, VRT, interrumpieron la transmisión de la segunda semifinal para difundir un mensaje de apoyo a los palestinos.
"Condenamos las violaciones de los derechos humanos por el Estado de Israel", decía el mensaje en neerlandés, junto a las etiquetas #AltoElFuegoAhora y #PararElGenocidioAhora en inglés.
La organización del certamen solo permite la entrada de banderas de los países participantes y prohíbe cualquier cartel con mensaje político en el interior del Malmö Arena para que la música, las lentejuelas y la diversión sean los únicos protagonistas de la velada.
Con ese fin, los asistentes tendrán que pasar controles de seguridad reforzados, destinados principalmente a impedir la entrada de manifestantes.
La policía sueca asegura que no hay ninguna amenaza directa contra la competición, aun así Dinamarca y Noruega enviaron refuerzos para garantizar la seguridad.
Para Sally Sadler, una aficionada británica, estas protestan ensombrecen "un poco" la fiesta.
"Ante todo, se trata de unidad y de música. Estamos aquí todos juntos, todas las naciones, por el amor y no por el odio", recordó.
En el plano musical, lo más importante para los aficionados del concurso, esta edición ofrece un amplio abanico de géneros musicales, extravagantes actuaciones y temas animados y pegadizos.