Las luces se apagaron y un haz de láser cruzó el espacio del . Un grito colectivo retumbó en las paredes y en los pasillos, como si todo el recinto exhalara al mismo tiempo. Era el preludio de una noche esperada por más de 14 años: volvía a México.

A las 21:30 horas, la australiana apareció en el escenario, rodeada de luces láser y acompañada por sus bailarines. Llevaba un imponente outfit en tono rosa mexicano que envolvía de glitter a sus lovers, como se denominan sus fans.

“¡Hola, México!”, saludó en español con una sonrisa amplia que encendió a las primeras filas. “Buenas noches, Mexico City… gracias y bien venidos a Tension Tour. Estoy muy feliz de estar aquí… son muchos, ¡gracias!”, continuó en inglés antes de que las primeras notas explotaran.

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El arranque fue eléctrico. “Lights camera action”, sencillo de su más reciente disco Tension II (2024), marcó la apertura perfecta para un show que prometía dos horas intensas y 28 temas.

Sin pausas, encadenó “In your eyes”, “Get outta my way” y “What do I have to do?” Con esta última, el clímax llegó temprano: los beats aceleraron, las luces estallaron en haces morados y blancos, y el Palacio se convirtió en un solo cuerpo en movimiento, con fans que describían la sensación “como una inyección de vitamina B”.

El público, diverso y entregado, cantaba cada verso. Predominaban los millennials, pero la energía era multigeneracional: estaban quienes conocieron a Kylie desde los 90, parejas que la bailaron en los dosmiles y una nueva ola de seguidores que la descubrió gracias a “Padam Padam”, el hit viral de 2023 que, prometía, sonaría más tarde para desatar otro momento colectivo.

Foto: David Rosas / EL UNIVERSAL
Foto: David Rosas / EL UNIVERSAL

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Entre ellos, la comunidad LGBT+ tuvo un papel protagónico: playeras brillantes, abrigos felpudos de colores vibrantes, maquillaje inspirado en sus videoclips más icónicos y looks completos que homenajeaban sus distintas eras. Muchos llegaron caracterizados, arrancando aplausos y selfies incluso antes de entrar al recinto.

La primera pausa llegó después de “Come into my world”, cuando Kylie respiró profundo, sonrió y dejó que el rugido del público la envolviera.

“¡Mexico City!”, gritó, y la respuesta fue ensordecedora. Los cánticos de “Kylie, Kylie, Kylie” se propagaron por todo el Palacio, como si 15 mil voces se unieran en un mismo pulso. “Rara vez me quedo sin palabras”, admitió en inglés, visiblemente conmovida, la artista de 57 años.

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Noche de recuerdos

El espectáculo, dividido en cinco actos, es un repaso impecable por cuatro décadas de carrera. En el segundo bloque, Minogue desempolvó himnos que marcaron su trayectoria: “Better the devil you know”, “Shocked” y “On a night like this” provocaron sonrisas cómplices y lágrimas contenidas. A mitad del concierto, llegó un momento de júbilo colectivo con “The loco-motion”, interpretada con una fidelidad sorprendente.

Fue imposible no bailar: el Palacio entero se convirtió en pista de baile, unificado por una canción que atravesó generaciones enteras.

Padres, hijos, amigos y parejas bailaron juntos, sin importar edades ni épocas. La recta final prometía ser explosiva, con himnos recientes y clásicos que los fans esperaban escuchar: “Padam Padam”, “Can’t get you out of my head” y “All the lovers”. Todo apuntaba a un cierre vibrante, que incluiría el encore con “Tension” y “Love at first sight”, un ritual pop capaz de conectar a varias generaciones en un solo coro.

Los fans llegaron de rojo, color de los bailarines de Kylie en “Can’t get you out of my head”. Foto: David Rosas / El UNIVERSAL
Los fans llegaron de rojo, color de los bailarines de Kylie en “Can’t get you out of my head”. Foto: David Rosas / El UNIVERSAL
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