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La adrenalina por un juego que apenas iba a la mitad se mantenía a tope, cuando, en el centro de la cancha emergió Kendrick Lamar para llenar de música la edición número 59 del Super Bowl.
El reciente ganador de cinco premios Grammy arrancó el espectáculo de medio tiempo arriba de un espectacular coche negro, del que varios bailarines salieron para ponerle "flow" a la presentación.
Con una chamarra de cuero, una playera negra, tenis y gorra; el rapero hizo vibrar al Caesars Superdome de Nueva Orleans, pero lo que llamó la tención fue la participación, sorpresiva, del actor Samuel L. Jackson vestido como el Tío Sam, y quien fungió como narrador.
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Desde arriba del estadio se podía observar que el escenario estaba divido en cuatro secciones: un cuadrado, un triángulo, un círculo, una equis; y todos ellos unidos por un camino que emulaba una calle oscura con faros en las esquinas.
Durante 13 minutos, canciones como "GNX", "Squabble Up", "Humbe", "DNA" y "Euphoria" pusieron a cantar a un estadio abarrotado por fans de las Águilas de Filadelfia y los Jefes de Kansas City. Sin embargo, el público enloqueció cuando en el escenario salió SZA con quien interpretó "All the Stars".
En una parte del show, se sumaron más acompañantes con atuendos en color azul y los bailarines emularon la bandera de Estados Unidos.
"De eso es lo que estaba hablando", dijo Jackson para dar paso al último bloque de canciones, que incluyó, como era de esperarse "Not like us", canción por la que ganó el Grammy a grabación del año.
En redes sociales el nombre de Lamar se convirtió en tendencia rápidamente y aunque muchos aplaudieron su presentación, otros, lo llamaron como el peor show de la historia; incluso por el muy criticado The Weeknd.
Kendrick Lamar, con 24 años de trayectoria, ahora puede presumir de ser ganador, dos veces, al Video del Año por parte de MTV, tener un Pulitzer, cinco Billboards y, como la cereza del pastel, haber protagonizado el "Halftime show", algo que pocas estrellas han logrado.
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