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Las cervezas y las melenas volaron con los primeros acordes de “Panic attack", tema con el que Judas Priest comenzó su show a las 22:40 horas ante una Arena CDMX llena, cuyos presentes coreaban al unísono cada una de sus canciones.
El primer sencillo de su más reciente disco, “Invincible shield”, lanzado el año pasado, fue tan solo el comienzo de un viaje metalero lleno de adrenalina, seguido de “You've got another thing comin'”, que encendió las radios por los años 80 y con el que la gente optó por dejar por un momento los celulares para agitar el cuerpo, dejándose llevar por la música.
Casi tres años pasaron desde la última visita a México del ya longevo grupo británico, cuando formaron parte del cartel de los festivales Hell & Heaven y Metal Fest en 2022. Con temas emblema de su carrera como el ya clásico “Breaking the law”, Judas Priest corroboró su liderazgo en el heavy metal; mientras que el solo de guitarra de “Riding on the wind” logró puños arriba de aprobación de parte de los presentes a la fiesta.
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El tiempo volaba entre los impresionantes riffs de guitarra de Andy Sneap y Richie Faulkner, los solos de batería de Scott Travis, la intensidad del bajo de Ian Hill y los espectaculares agudos del vocalista Rob Halford, quien se limitó a animar a su audiencia con un: “¿Están listos, Ciudad de México?”, mientras el olor a cerveza se hacía evidente entre la multitud, que no dejaba de corear cada tema y armar el slam en la pista.
El humo del cigarro volaba igual que las notas de cada instrumento, que con precisión y frenesí deleitó a los presentes con más éxitos como “Love bites”, “Devil’s child” y “Saints in hell”.
El cantante, enfundado a lo largo del concierto en distintos chalecos de cuero y con sus características gafas negras, se sentó en un momento de la velada para contemplar a la comunión rockera congregada esa noche antes de interpretar “Turbo lover”, una de las canciones más coreadas.
Grupos de amigos y parejas, desde jóvenes hasta adultos mayores ataviados con hebillas, chamarras de mezclilla decoradas con estoperoles, barbas y de melenas largas conformaban la oleada de fans, que lo mismo se dejó atrapar con temas como "Victim of changes" y la legendaria “Painkiller”, anunciada por el mismo baterista, quien saludó en español: “¡Muchas gracias, México!”, y en la que los fans desgranaron hasta el último canto y grito que su voz podía emitir por la emoción.
Por un momento, el recinto se convirtió en una especie de comunión rockera que no escatimó ni en gritos ni en ánimos. Mientras la mayoría emulaba el símbolo del rock con sus manos, otros solo cerraban los ojos, dejándose llevar por la música.
"Oe, Oe, Oe, Oe, Judas, Judas", gritaban desde la tarima más alta hasta la primera fila, en medio de una oleada de saltos que cimbraron al venue cuando “Electric eye” y “Living after midnight”, ya hacia el final del show, sonaron en la Arena.
Rob arrancó de sus fans mexicanos un grito de emoción al hacer su icónica aparición en moto en el escenario al sonar de “Hell bent for leather”, portando un sombrero de charro y poniendo fin a aquel viaje metalero y rockero, 25 minutos pasada la medianoche. Judas Priest lo confirma en cada visita que hace por México: su música seguirá resonando por generaciones, tal como lo ha venido haciendo desde hace más de cinco décadas.
Siguiendo su legado, la banda de metal progresivo Opeth abrió la pista a las 21:00 horas. Una hora de éxitos de más de tres décadas deleitaron a los fans de la agrupación sueca.
melc
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