"El bulto", la película que en 1991 marcó la carrera de estuvo a punto de ser producida por Steven Spielberg.

En 1998, la compañía Dream Works, propiedad del realizador de "Tiburón" y "E.T El extraterrestre", compró los derechos por un par de años para realizar un remake sobre el hombre que despertaba tras estar en coma por dos décadas.

“Pero ya no se pudo después, así es esto”, dijo en su momento Retes a EL UNIVERSAL.

Ayer, a los 73 años de edad, víctima de cáncer en la garganta, falleció el realizador.

Su deceso ocurrió en Tepoztlán, Morelos, rodeado de su familia, de acuerdo con personas cercanas a ella.

“Llevaba enfermo unos cuatro meses, murió al lado de sus seres queridos”, dijeron.

Con cerca de 20 películas dirigidas, el cineasta hacía cintas de bajo presupuesto, entre tres o cuatro millones de pesos, cinco veces menos que el costo promedio de un rodaje nacional en su momento.

En la mayoría echó mano de su familia como El bulto, con Gabriela y Juan Claudio Retes, sus hijos en la vida real y en la ficción, y Lourdes Elizarrarás, su entonces pareja, como también en el filme.

Su casa en Tlalpan, la cual había hipotecado para terminar "El bulto", fue su locación de "Bienvenido-Welcome", donde Luis Felipe Tovar hacía de un hombre infectado de Sida, siendo de las primeras producciones nacionales en tocar el tema.

“Siempre procuró la unidad familiar y eso era importante”, considera Vanessa Bauche, quien trabajó con él en tres proyectos, entre ellos Un dulce olor a muerte, basada en la novela de Guillermo Arriaga.

En dicha cinta había una escena de desnudo entre ella y el español Karra Elajalde. El europeo le dijo que no se preocupara, pues la protegería. Retes, recuerda la actriz, aseguró que sería a contraluz.

“Y cuando Karra vio el monitor fue el que se puso peor, casi le pega a Retes; decía que se le veía la panza y Gabriel no entendía nada, eran las tres de la mañana y también se enojó; al final ya no pasó nada.

“Retes era muy bromista, de los que podía decirte que si después de todo se hacía la fiesta y yo decía: ‘padre, ¡son las tres de la mañana!, ¡qué te pasa!”, recuerda entre risas.

En el 2000, Retes fue nombrado agregado cultural de la embajada mexicana en Cuba y después en Costa Rica, donde se mantuvo hasta 2002, cuando renunció.

Después realizó @Festivbercine, cuya historia se rodó en festivales de cine como Guadalajara y La Habana; Bienvenido-Welcome 2 y Arresto domiciliario, ésta protagonizada por su madre Lucila Balzaretti.

“Lo acompañé a varios viajes en el extranjero (y vi) el reconocimiento que le daba el mundo a su trabajo como cine de autor; trabajé tan cerca de él que lo veía crear y cómo luchaba cada vez para levantar un proyecto con ideas muy personales y auténticas, con su particular sentido del humor”, recuerda Tovar.

José Felipe Coria, crítico de cine EL UNIVERSAL, señala que Retes fue un director perteneciente a la generación que surgió apoyada por el cambio de paradigma industrial durante el sexenio 1970-76.

“En esa época hizo su filme más importante, (Chin chin el teporocho) adaptación arriesgada de un tema casi inédito. Esa fue la luz más brillante de su trayectoria. Hecha en 1976, marca el inicio y el fin de un tipo de hacer cine que desapareció el siguiente sexenio”.

Sus más reciente filmes, Identidad tomada y La revolución de los artistas aún no encuentran distribuidor.

La más cercana aparición pública del cineasta fue en abril del año pasado, en la Cámara de Diputados, previo al parlamento abierto para generar una nueva Ley de Cinematografía.

“El cine sobrevive, y a lo largo de los años la historia va a poner a cada quien en su lugar”, mencionó Retes en una entrevista al Diccionario de Directores del Cine Mexicano.

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