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Burlington.— Con un coro góspel, violonchelista y obispo negros, Oprah, Serena e Idris Elba entre los asistentes y una madre de la novia afroamericana, la boda del príncipe Enrique de Inglaterra y la actriz estadounidense Meghan Markle unió la pompa de la institución británica más sagrada con la cultura negra.
Harry y Meghan se dieron el “sí quiero” en presencia de 600 invitados en el castillo de Windsor.
Desde primera hora de la mañana miles de personas acudieron para ver de cerca a la pareja real de recién casados. Se calcula que unos 100 mil seguidores salieron a las calles.
La reina Isabel II les concedió a Harry, de 33 años, y Meghan, de 36, el título de duques de Sussex.
La misa comenzó con puntualidad británica en la capilla de San Jorge. Llegaron el príncipe Harry y su hermano Guillermo, quien además fue su padrino de boda, 20 minutos más tarde fue el turno de Meghan, que no había elegido dama de honor.
Entre los invitados se encontraban la reina Isabel II, quien llegó a la capilla cinco minutos antes que la novia, y su marido el príncipe Felipe. Además de los miembros de la casa real británica asistieron a la ceremonia famosos como la tenista Serena Williams, los cantantes Elton John y James Blunt, los actores George Clooney e Idris Ebra, la presentadora estrella estadounidense Oprah Winfrey, el ex futbolista David Beckham, así como algunos compañeros de reparto de Meghan en la serie Suits.
La novia llegó hasta el altar del brazo de su suegro, el príncipe Carlos, debido a que su padre, Thomas Markle, no pudo asistir por estar recuperándose de una operación de corazón.
La novia lucía un vestido de color blanco con escote barco y largas mangas francesas, obra de la diseñadora Givenchy, Clare Waight Keller.
Antes del “sí quiero” un coro de gospel cantó el éxito de los años 60 “Stand by me”. Además, Meghan renunció a la promesa tradicional de “obediencia” en los votos.
En su intervención, el arzobispo de Chicago y jefe de la Iglesia episcopal en Estados Unidos, Michael Curry, sorprendió con una prédica intensa y de tintes políticos, citando al defensor de los derechos civiles de los negros Martin Luther King.
Durante la misa Harry y Meghan se miraron a los ojos una y otra vez, y se sonreían. Él habló más suave, a ella se le iluminaba el rostro con sus palabras y casi todo el tiempo estuvieron tomados de la mano.
Terminada la ceremonia, los recién casados salieron a la escalera de la capilla de San Jorge, donde se besaron ante los invitados. Después subieron a un coche de caballos abierto con el que hicieron un recorrido de 20 minutos. El cuento tuvo un final feliz en un espléndido día soleado y de cielo azul donde miles de seguidores saludaron a la pareja con banderas.