“Estoy harta de escuchar que todo es ‘antiaging’ (antienvejecimiento)”, lanza Alessandra Rosaldo. “Como si para las mujeres envejecer fuera un problema que tenemos que resolver.”

La cantante de Sentidos Opuestos, hoy de 53 años, recuerda lo que empezó a sentir después de los 40, cuando ya no lucía como la veinteañera que consolidó su carrera en los años 90.

En esa etapa, dice, habría agradecido un espacio donde hablar de lo que pasaba por dentro, mientras afuera se le exigía verse siempre igual, aunque ni ella misma supiera cómo nombrarlo.

“Haber tenido un sistema de apoyo femenino en mis 30 y en mis 40 habría marcado una gran diferencia. Aun con hermanas cercanas, hubo tantos temas que en aquel entonces no se hablaban o ni siquiera sabíamos nombrar”, comparte en entrevista.

A partir de esos vacíos surgió la idea de Entre hermanas, el pódcast que conduce junto a su hermana Mariana Sánchez-Williams.

En ese espacio, ambas exploran temas que durante años evitaron o no sabían cómo abordar: el cuerpo que cambia, el miedo al desgaste, la vida que no debería transcurrir con el ritmo de antes.

La idea, comparten, tomó forma luego de varios encuentros en comunidad, retiros y charlas con otras mujeres. Fue ahí donde identificaron un patrón común: muchas atravesaban lo mismo, pero la mayoría lo vivían en silencio.

Entre hermanas forma parte del sello Martha Debayle Podcasts y estrena nuevos episodios cada jueves en distintas plataformas.

A lo largo de cada entrega, ambas abordan, desde su experiencia, temas como la autoexigencia femenina, la presión por la estética, el autocuidado emocional y la transformación de los vínculos con el paso del tiempo.

Mancuerna preciada

Mariana, experta en bienestar y fundadora del Método M —un programa que combina ejercicio físico con trabajo emocional y mental—, reconoce que su acercamiento a estos temas fue más reciente.

Aunque comparte con su hermana la inquietud por romper el silencio en torno al envejecimiento, admite que ni siquiera conocía el concepto de autocuidado hasta hace poco, lo cual agradece.

“Antes de que (Alessandra) se mudara a Los Ángeles en 2019, yo ni siquiera había escuchado el concepto de ‘yo primero’. Hoy todavía me cuesta trabajo ponerme como prioridad, y recordarme que tengo que cuidarme emocional, física y mentalmente”, reconoce.

Para ambas, hablar con honestidad —entre hermanas o con una comunidad— es el primer paso para dejar de vivir el paso del tiempo como una carga individual.

“Cada vez me siento más cómoda con Ale, dentro y fuera. Me la paso carcajeándome y pienso: ‘qué bien me cae’. Eso queremos transmitir”, comenta Mariana.

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