Siete años pasaron para que la banda australiana Empire of The Sun regresara al festival Corona Capital. Así que el grupo decidió ni guardar ningún recurso, con una estatua partida por la mitad en el escenario salió al escenario con todos sus miembros vestidos como senseis de alguna dinastía antigua del continente asiático.
Vestidos en color rojo, con sombreros enormes, dorados, y sobre todo un juego visual la banda impactó al público desde la primera canción, pues una pantalla enorme mostraba imágenes inmersivas de estrellas planetas, remolinos de luces, e incluso un cuerpo diseccionado del que emanaban texturas.
Todo con dos bailarinas que acompañaban al vocalista principal como si fuesen dos doncellas, que bailaban con movimientos muy lentos pero precisos al sonido de un bajo imponente. El público por su parte bailaba, disfrutaba con cada tema de la banda, y se dejaba llevar por las luces el performance de las bailarinas y las proyecciones visuales.
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Muchas de las imágenes eran tan abstractas, o complejas que no se entendían, otras eran árboles, o un ojo deformandose, o una cabeza analizada con rayos x, y las bailarinas con un gesto inamovible, serías, duras quietas.
Todo un espectáculo para los sentidos, con el que el público se dejaba llevar cada vez más, porque el grupo planifico su show para ir de menos a más, primero más silenciosos, tranquillos, pero empezaron a acelerar hasta que todos estaban como en una comunión mirando únicamente al escenario, sin dejarse distraer por nada.
Al principio todos grababab en sus celulares el momento, pero con el pasar de las canciones y lo impactante y complejas de las imágenes los asistentes prefirieron grabarlo en su memoria como un momento emotivo.
Momento que no muchos entendían, se intercambiaban comentarios como; “Me da miedo”, hasta otros como “Está muy cabrón”.
Entonces la banda comenzó a sacar más recursosz como un bailarín, con un traje lleno de cristales que reflejaban las luces del escenario y bailaba intenso, se movía violentamente, no tenía rostro pero parecía tener personalidad por su forma de moverse con “We aré The People”.
Pero ni siquiera una banda que puso a bailar a todo el público pudo evitar detenerse para recordar y entre líneas presumir que tocan en el mismo festival que Paul McCartney.
“México muchas gracias, estamos felices de compartir con ustedes, y más por compartir con un grande como Paul McCartney, quién viene aquí por él”, y el público gritó asintiendo.
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Sin embargo durante el show no fue todo brillo y contemplación para todo el público pues en una parte no tan lejana al sonido principal del escenario al terminar cada canción el público pedía que le subieran pues no podían conectar igual que quienes se encontraban un poco más adelante.
Aún así permanecieron y bailaron, aunque no con la misma euforia que el público que se encontraba justo debajo de la banda.
Los símbolos de la naturaleza como la linaza los árboles, el sol también estuvieron proyectándose constantemente en la pantalla, siempre junto a figuras humanas, como recalcando la importancia del vínculo de este con la naturaleza. Así entre luces estroboscopicas Empire se despidió con toda su propuesta visual y dio pie a que todos se reunieran en el escenario principal para ver a Paul McCartney cerrar la edición 2024 del Corona Capital.