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“Toda la vida de una mujer”, dice Coralie Fargeat, “está llena de crítica”.
Lo supo desde que comenzó a reflexionar, aún joven, que mucha de la publicidad que veía en revistas, mostrando a mujeres bellas, estaban manipuladas. Pero mientras no lo supo, se sentía fuera de lugar y menos que aquellas chicas sin ninguna imperfección en la piel, çon cabello sedoso, y cuerpo increíble.
“El cuerpo de la mujer es constantemente juzgado, cosificado y sexualizado”, ha repetido en varias entrevistas la francesa de 48 años.
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Y por ello, cuando subió a recibir el premio a Mejor Guión en los Critics Choice Awards, lanzó una exigencia aprovechando la llegada televisiva a decenas de países.
“Pedirle al mundo que nos vea (a las mujeres) por quienes somos y no por lo que el mundo quiere que seamos”, expuso.
Para “La sustancia”, que la tiene a un paso de ser considerada la mejor en la categoría de Dirección, aprovechó una de sus pasiones, el género del horror, para mostrar entre sangre y vísceras los costos del físico.
Al final de cuentas, desde niña gustó de filmes relacionados con la transición humana reflejada por David Cronenberg (“La mosca”), Paul Verhoeven (“Robocop”) y John Carpenter (“Carpenter”)
“Expresan que se puede cambiar, que nos puede invadir, podemos pasar por una metamorfosis, (y) sencillamente cumplir la fantasía humana de huir de nuestros cuerpos”, declaró a la revista Cinepremiere.
“La sustancia” no le representó hacer algo ajeno al horror: con su ópera prima “Revenge” (2017), que causó sensación en su país natal, decidió contar la historia de una mujer joven asaltada por tres hombres y dejada a morir en el desierto. Cuando se recupera, contra todo pronóstico, busca venganza sobre sus atacantes de la manera más cruel posible.
La cinta ganó en festivales como el de Sitges, considerado el más importante del orbe en cine de género.
Y del cuerpo humano, mostró indicios en su corto “Reality” de hace casi una década. En esa historias no era una sustancia, sino un chip cerebral que manejaba lo sensorial del huésped quien se veía a sí mismo con un cuerpo perfecto, aunque el efecto sólo durase mediodía.
Su instrucción académica inicial fue en el Instituto de Estudios Políticos de París, tras lo cual se fue a La Fémis, una escuela parisina de cine, donde fue seleccionada para participar en un taller de escritura de guion al notar sus dotes para ello.
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