Antes de su matrimonio con , estuvo casada con , el padre de sus primeros cuatro hijos, quien la hizo probar su suerte pues, a su lado, la conductora tuvo que ver por sus pequeños sin la ayuda de su pareja, quien al poco tiempo que nacieron sus trillizos perdió interés de involucrarse familiarmente.

Inés y Javier se casaron en 2008, época en que la conductora se había granjeado un lugar importante en TV Azteca. Sin embargo, tuvo que optar por alejarse de la televisión cuando, sus doctores, le dijeron que su embarazo era de alto riesgo y Gómez Mont supo que debía enfocarse en la salud de Inecita, la bebé que esperaba.

Fue cuando esperaba a sus trillizos Javier, Bruno y Diego cuando su matrimonio se fracturó por completo pues, mientras Inés tenía que arreglárselas para tener tiempo de ir a trabajar y volver y estar presente para sus hijos, su esposo se enfocaba en jugar videojuegos y dormirse hasta altas horas, así lo contó la comunicadora en una entrevista con Mónica Noguera.

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"Nuestra relación tomó un panorama en que éramos más como roomates, él jugaba playstation toda la noche y se conectaba en línea, entonces le daban las seis de la mañana y seguía jugando y, yo, a las seis de la mañana, me estaba yendo a trabajar; llegaba en la tarde corriendo por Inecita, él se levantaba a las dos de la tarde, ya que la bañaba, la dormía, entonces él se iba a la fiesta", explicó.

Luego de los dos meses que sus trillizos pasaron en terapia intensiva -debido a que fueron prematuros-, y pudo llevárselos a casa, fue cuestión de cuatro meses para que Díaz Bravo dejara la casa, con al excusa de que había abierto una nueva discoteca en Monterrey y necesitaba mudarse para cerciorarse que el negocio marchara correctamente.

"Dejamos de saber de él un rato, luego apareció como seis meses después, yo le mentaba la madre, le decía ´¿dónde estás?, estoy aquí con tres niños conectados a monitores, estoy con una responsabilidad enorme, traigo unas preocupaciones terribles, tengo unos gastos terribles´, llegó un momento que me vi sola, con la responsabilidad de cuatro niños y me dio mucho miedo´", dijo.

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Sin embargo, no fue sino hasta que descubrió que su ex le había sido infiel con una amiga en común, que decidió que tenía que dar por terminado su matrimonio.

"¿Sabes el cansancio que significó para mí sacar a mis hijos adelante y ver a este señor en la fiesta?, y subiendo fotos en sus redes sociales, con botellas y shots de tequila, me daban ganas de matarlo; me fue infiel con una amiga de Monterrey, que convivíamos las dos parejas y. cuando yo le cacho esas fotos en el celular, le dije ´ya no quiero nada, ahora sí me quiero divorciar´".

Y aunque firmaron el divorcio en 2013, el calvario no terminó ahí pues, cada que su ex veía asus hijos, ocurría algún inconveniente con el que los niños no se sentían agusto.

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"En un viaje, los niños tenían poca familiaridad con él, entonces lloraban mucho por querer estar con su mamá, se los iba a llevar cuatro días y, de la nada, me habla a los dos días y me dice ´oye, ya los subía a un avión con la nana, ya van de regreso´", contó.

"Luego de que mis hijos cumpliera un año, el siguiente año los vio, y estoy exagerando, dos veces o tres", detalló.

Para dimensionar la poca presencia del padre de sus hijos, Gómez Mont contó que, cuando su hijo Diego fue diagnósticado con sordera, fue la última actualización que Díaz Bravo tuvo de la salud de su hijo, por lo que, probablemente, desconocía que, luego de ser sometido a más estudios, los doctores del pequeño descubrieron que escuchaba perfectamente bien.

"Yo le avisé que Diego tenía un problema auditivo, hasta la fecha, creo que le vamos a aclarar que no tiene esos problemas porque nunca más volvió a preguntar, nunca se paró en el hospital, nunca volvió a hablar, nada", ahondó.

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