En enero de 1999, cuando alguien de la producción dearribaba a la oficina de Mónica Lozano, responsable de ver todo lo administrativo, podía observar que junto a ella había un bambineto con su bebé de dos meses de nacido.

Al pequeño lo había tenido en noviembre de ese año y dos semanas después ya estaba viendo lo de contratos, pues en enero comenzaba a preparar el rodaje.

“Estaba aún dándole pecho y tratando de entender qué era ese monstruo (la película)”, recuerda sobre el filme que se reestrena hoy.

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“Todavía me acuerdo de los permisos que pedí a Jorge Legorreta, entonces delegado de la , y decirle que me permitiera filmar en la avenida Juan Escutia la escena del choque y él me pedía de favor que me fuera a otra delegación”, agrega.

Han pasado 25 años de eso. Ahora es una de las productoras más sólidas del cine mexicano. En 2012 pidió fiado para producir "No se aceptan devoluciones", ópera prima de Derbez.

“Ha habido muchos momentos en que me he puesto a llorar y decir ‘¿y ahora cómo le voy a hacer’. No sabes cómo, pero resistes y lo logras solucionar, a veces con taquicardia”.

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El productor es el responsable de procurar las condiciones para que un proyecto se haga.

Entre sus tareas, lee y evalúa guiones, busca recursos económicos, contrata gente y acompaña al producto hasta su estreno.

“Hay veces que te pones en el escritorio a decir, ‘¿Y ahora qué hago?

Hay cosas que, si las dice un hombre, no pasa nada, pero si es una mujer, se dice que está histérica, ¿cómo manejar eso?

Soy alguien que no llego a irrumpir al set, que cuido a quien le corresponde hablar y doy su espacio de acuerdo a su responsabilidad.

Entraste a finales de los 90, con pocas mujeres en cine.

Sí había, quizá pocas. Yo tenía 30 años y decía: “¿Que qué le puedo aportar?” Creía que podía vincular a unos y otros, como que el que hiciera diseño gráfico con el fotógrafo y el que hiciera textos. Para mí era sencillo facilitar esos encuentros y dije: eso puedo hacer.

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¿Cómo está el cine mexicano ahora?

Estamos en una etapa de cambio, de transición durísima. Hoy nadie sabe hacia dónde vamos, pero estoy convencida de que hay que revisar todo lo que tenemos y diseñar un verdadero programa de impulso al audiovisual y a la cinematografía.

Se está revisando la iniciativa que se tenía, haciendo las consultas con los sectores que hacía falta.

María Novaro (anterior titular del Imcine) decía que estaba todo en la oficina de Presidencia.

Esa no fue una decisión consensuada. Sentíamos que había elementos que no quedaban suficientemente correctos, como el doblaje, la cuota de pantalla, la regulación a las plataformas, estímulos fiscales que se plasmen en otras leyes, el glosario de qué se entiende por cine nacional, cine independiente. Muchas cosas.

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