Isabelle Dassonville creció creyendo que el amor sería su libertad, pero ese sueño le duró apenas una noche: un día despertó sola, engañada y sin apellido. El hombre que la llevó al altar, Valmont, nunca fue su esposo, sino un libertino que falsificó una boda sólo para poseerla.

Esta es la premisa de La seducción, la nueva serie de HBO Max, que retoma la historia de la marquesa de Merteuil desde un punto de vista más feminista y realista: el origen de una joven humillada, herida y subestimada que decide que, si el mundo es un juego para hombres, ella aprenderá a jugarlo mejor.

“Queríamos contar sobre estas mujeres antes de que fueran monstruos, de que fueran libres”, explica Anamaria Vartolomei, quien interpreta a Isabelle de Merteuil.

Marcada por la traición, Isabelle llega a un palacio que huele a perfume, poder y secretos: la casa de madame de Rosemonde. Allí, entre cortinas de seda y medias verdades, descubre que la seducción no es un gesto romántico, sino una herramienta de supervivencia.

“Es inspirador ver a estas mujeres levantarse incluso cuando todo las empuja hacia abajo”, añade la actriz de 26 años de origen rumano.

Rodada entre castillos de Île-de-France y acantilados de Normandía, la serie presenta a Diane Kruger como madame de Rosemonde y a Vartolomei como una Merteuil más joven, compleja y protagonista absoluta.

A diferencia de adaptaciones previas, incluida la mítica cinta de 1988 con Glenn Close, aquí Merteuil no es un enigma cruel, sino una mujer que aprende a defenderse de un sistema diseñado para destruirla.

“Lo interesante fue cambiar el punto de vista hacia la mirada femenina; se sintió fresco y relevante. Me atrae ponerme en los zapatos de mujeres que vivían en jaulas doradas construidas por hombres”, reflexiona Kruger.

La serie imagina qué llevó a Merteuil a convertirse en la manipuladora de la novela Las amistades peligrosas, escrita por Pierre Choderlos de Laclos en 1782: una historia epistolar que retrata la manipulación y los juegos de poder en la aristocracia previa a la Revolución.

“Las mujeres de entonces luchaban por su libertad… y gracias a ellas yo estoy aquí hoy”, afirma Diane Kruger, de 49 años.

La seducción profundiza en ese costo emocional y sexual que las mujeres debían pagar para sobrevivir dentro de un sistema patriarcal. La serie no intenta modernizar el siglo XVIII. Su radicalidad es algo más sutil: mostrar cómo las mujeres aprendieron a resistir en un mundo que no se diseñó para ellas.

“Es duro ver un sistema hecho por y para hombres… pero es necesario contarlo”, concluye Kruger.

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