Pedro Armendáriz, la estrella de la Época de Oro del cine mexicano, podía ser violento con las mujeres, así fueran compañeras de reparto.
Así lo recuerda Rita Macedo, quien en 1946 compartió los protagónicos de La casa colorada con el actor de La perla y Enamorada.
Durante una comida, relata la actriz en las páginas Mujer en papel, que se presentó en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, aventó una botella a los pies de Armendáriz, siguiendo un juego comenzado por miembros del staff.
“Se levantó furioso y, echando chispas por los ojos, me gritó: ‘¡Conmigo no te vas a poner a jugar, niña estúpida! ¡Ahora mismo se te va a quitar la risa! ¡Yo no soy un caballero y te lo voy a demostrar!’”
Tras ello, cuenta la actriz, el histrión le lanzó una botella a la cabeza.
“Por fortuna su tino no era bueno, pero yo ya asustada, me metí debajo de una silla mientras él seguía arrojándome cuanta botella encontraba a mano”, cuenta.
Rita, que en realidad se llama Concepción, fue bautizada así por el realizador Julio Bracho (La sombra del caudillo), quien un día se metió a su cuarto buscando algo más, mientras rodaban escenas de Rosenda (1948).
“Con su eterno vaso de whisky en la mano, trató de arrinconarme. No me fue difícil esquivarlo mientras él me correteaba alrededor de la cama. Su bebida se derramó, él resbaló y cayó de sentón, lastimándose fuertemente el coxis”, relata.
Mujer en papel. Memorias inconclusas de Rita Macedo, fue presentado por su hija Cecilia Fuentes, quien recopiló y dio forma a los recuerdos que por escrito dejó su madre.
La obra tardó años en editarse debido a los desacuerdos con la familia, ya fuera por revelar que Rita, muerta en 1993, fue prostituta o porque mostraría a su padre, el escritor Carlos Fuentes (La región más transparente) humano y lejos de la imagen solemne que se ha querido darle.
El libro supera las 300 páginas, de las cuales cerca de 50 fueron completadas por la autora.