Siempre se ha hecho una distinción entre lo que se considera “cultura” y lo que no, y esto sucede en cualquier expresión artística. En la música, esa línea invisible se rompió con la presencia deel 9 de mayo de 1990, cuando ofreció uno de los conciertos más famosos y polémicos de su carrera.

Con esa presentación, el “Divo de Juárez” se convirtió en el primer cantautor de música popular mexicana en presentarse en el acompañado de la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida por Enrique Patrón de Rueda, aunque un par de años antes la cantante de música ranchera Lola Beltrán ya había pisado el mismo escenario.

Sin embargo, para la “élite” cultural de aquel entonces, ver a Juan Gabriel interpretar canciones populares como “Querida”, “Ya lo sé que tú te vas” o “El Noa-Noa” resultaba impensable. La pregunta inevitable surgía: ¿cómo es posible que un cantante popular suba al escenario del Palacio de Bellas Artes?

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Para 1990, Alberto Aguilera Valadez ya era un ídolo que vendía millones de discos, un artista consagrado con un estilo propio cuyas canciones resonaban en todo México. La idea del concierto no fue suya, sino de María Esther del Pozo, asistente de Víctor Sandoval de León, entonces director del Instituto Nacional de Bellas Artes .

A pesar de ello, las protestas, quejas y peticiones de cancelación no se hicieron esperar. Políticos, burócratas, músicos y autoridades culturales del INBA consideraban la presentación una “profanación”, basados en la percepción elitista de lo que debía representar ese recinto. El debate escaló y los ataques, incluso homofóbicos, no solo se dirigían contra Juan Gabriel sino también hacia los funcionarios que aprobaron el evento.

Lejos de disminuir la expectativa, las críticas provocaron todo lo contrario: la atención del público creció y más gente quiso asistir. Víctor Flores Olea, director del Conaculta, respaldó la presentación y anunció que las ganancias se destinarían a la Orquesta Sinfónica Nacional, lo que ayudó a que la población aceptara, aunque a regañadientes.

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El concierto se realizó con éxito, no solo una noche, sino cuatro consecutivas, del 9 al 12 de mayo de 1990, contando con la asistencia de figuras de la época como el escritor Carlos Monsiváis y el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari con su esposa Cecilia Occelli.

¿Qué dijo la crítica?

El principal crítico fue el escritor Víctor Roura, quien llegó a afirmar que el espectáculo convertiría a Bellas Artes en un palenque o un foro de Televisa. Sin embargo, otros literatos, como Carlos Monsiváis, defendieron al artista, señalando el trasfondo homofóbico de muchas denuncias y el purismo cultural de quienes desdeñaban la música popular por considerarla incompatible con la “alta cultura”.

Según la crónica de Monsiváis, Juan Gabriel expresó ante su público:

“Esta noche estoy feliz y quisiera expresarles mi deseo: que todos los artistas populares tengan la oportunidad de venir aquí porque este lugar se construyó con dinero del pueblo. Y que se dé lugar aquí a los compositores populares porque en su época también Bach, Beethoven y Mozart fueron populares y tuvieron dificultades. No es que compare. Me informan que en la entrada unos cantantes de ópera dicen que este es su lugar y no el mío”.

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