
A las 09:00 en punto de la noche, con parte del público aún corriendo desde la Línea 9 del Metro de la Ciudad de México (CDMX) retrasada y colapsada, la silueta de Billy Idol apareció en la pantalla central del Estadio Alfredo Harp Helú. No entró caminando. Entró sentado, colocado junto a la batería para abrir con Still Dancing. Un anuncio inesperado le dio sentido a la escena.
“Me lastimé del lado derecho de mi cuerpo, en la pierna derecha. No me he roto nada, pero no puedo ponerme de pie. Vamos a seguir rockeando… esto es Cradle of Love”, dijo el músico.
Intentó levantarse. No pudo. Y aun así, arrancó el show sentado, solo con la convicción de que cumplir 70 años sobre un escenario mexicano era razón suficiente para seguir.
Mientras tanto, afuera, el eco de las primeras guitarras hizo que los rezagados corrieran sin pensarlo para ocupar sus asientos. Adentro, los fans se acomodaban con chamarras gruesas para el frío, mientras Idol aparecía enfundado en cuero negro, playera desabrochada y el gesto que una verdadera estrella de rock.
La temperatura subió con Flesh for Fantasy, y entre canción y canción, Billy Idol explicó cómo cambia el cuerpo al cantar sentado:
“La forma en que usas tu cuerpo cuando estás de pie… hay pequeñas diferencias cuando estás así. No es tan distinto. A veces, cuando grabamos, me siento. Lo suficiente”, decía al público.
El mood cambió cuando presentó 77, su dueto con Avril Lavigne, algunos se emocionaron pensando que iba a salir a cantar cuando escuchó el nombre de la artista canadiense.

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“Ella no está aquí esta noche, pero la vamos a tocar de todos modos. Esta es para todos los forasteros del mundo”.
De ahí vinieron Eyes Without a Face, Mony Mony y un momento íntimo: Gimme Shelter, acompañado por su corista.
Entre anécdotas de motocicletas, viajes por Ensenada y amigos que inspiran canciones, presentó Too Much Fun, tema en el que, confesó, se burla de sus propios excesos. La noche avanzó con Gimme the Hate, Ready Steady Go y Blue Highway, hilvanando recuerdos de los años setenta con guiños a los Rolling Stones.
Todo eso camino al inevitable rugido: Rebel Yell, con las 15 mil personas en el lugar coreando “¡Oe, oe, oe, oe, Billy!”.
Idol, nacido como William Michael Albert Broad en 1955 es uno de los rostros más emblemáticos del rock surgido del movimiento punk británico. Comenzó su carrera en 1976 con la banda Chelsea, aunque alcanzó notoriedad como líder de Generation X, uno de los primeros grupos punk en fichar con una gran disquera.

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Ya como solista, se convirtió en figura central de la “segunda invasión británica” impulsada por MTV en los años 80, gracias a éxitos como Dancing with Myself, White Wedding, Rebel Yell y Eyes Without a Face.
Un cumpleaños a la mexicana
La sorpresa de la noche llegó cuando Idol presentó a una invitada especial: “Tenemos la suerte de tener a Danny, de The Warning, para esta versión de Dancing with Myself. ¡Es fantástica!”
Entre ovaciones, Daniela Villarreal de la banda The Warning salió con su guitarra. Tocó, sonrió, abrazó a Billy Idol y dio paso a un momento único:
“Billy, sé que es tu cumpleaños… te tenemos una sorpresa”, dijo la originaria de Monterrey. De pronto, entró un mariachi. Y las 15 mil voces se unieron en Las Mañanitas.
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Las cantaron en español. El mariachi remató con Happy Birthday. Idol levantó los brazos, sonrió y gritó en español: “¡Muchas gracias! ¡Fantástico, magnífico!”
El concierto retomó su curso con Hot in the City, canción que presentó contando cómo caminaba por Nueva York en 1981 “como si estuviera dentro de The Warriors”, solo con botas bondage y un calor insoportable.
Ya hacia el final, visiblemente emocionado, pidió escuchar al público antes de salir del escenario, ya que aunque tenía pensado un encore, no pudo hacerlo por no poder caminar: “Déjenme oírlos… muchas gracias. La gente viene de todas partes del mundo a estos shows. De donde sean, han hecho mi vida fantástica. Han escrito estas canciones conmigo. Gracias por hacer mi vida tan increíblemente buena”, finalizo.

Presentó a su banda una por una, desde Suecia hasta California y remató con su propio nombre, como si se riera de sí mismo:“A veces toco la guitarra. Me llamo Billy Fucking Idol Jr. Han sido fantásticos. ¡Gracias, México! ¡Bravo!”, dijo antes de tener que salir en silla de ruedas.
Billy Idol celebró sus 70 años sentado, lesionado, pero más poderoso que muchos músicos en plenitud física. Cantó con mariachi, recibió pastel sonoro, invitó a una guitarrista mexicana, agradeció a su público y apretó el puño hacia arriba como siempre.
dft
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