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El director mexicano Michel Franco, quien presentó en el Festival de San Sebastián su película Las hijas de Abril, tiene claro que su protagonista, Emma Suárez, “es la mejor actriz en español que hay en el mundo de su edad”.
“Necesitaba una gran actriz y que además fuera atractiva, por las características del personaje y de la historia, y creo que Emma fue perfecta”, explicó el realizador antes del estreno en el certamen donostiarra de una película que se llevó el premio del jurado Una Cierta Mirada de Cannes.
La actriz española de 53 años es Abril, una madre ausente que regresa a la casa en la que viven sus dos hijas al saber que la menor, Valeria, de 17 años, está embarazada, en una película que compite en la sección Horizontes Latinos de San Sebastián.
Junto a Suárez aparece la joven Ana Valeria Becerril, que debuta brillantemente en el cine con un complejo papel, el de esa joven adolescente que además se tiene que enfrentar a los celos de su madre.
Porque la historia de la película partió de dos ideas del director. Por un lado, el rechazo de las mujeres y hombres a envejecer y la competencia con generaciones más jóvenes y, por otro, el embarazo en adolescentes y las adversidades a las que se puede enfrentar una chica en esa situación.
Una película menos dura que trabajos anteriores del mexicano, como Después de Lucía (2012) o Chronic (2015), pero igualmente intensa, que en principio estaba pensada para rodar en inglés, pero que al final regresó a México. Franco reconoce que hizo Chronic en inglés solamente para poder trabajar con Tim Roth y lo volvería a hacer para colaborar con algún actor que le interese, pero afirma no tener un interés particular por rodar en Estados Unidos o cualquier otro país.
“Soy mexicano, esa es mi realidad”, dice el realizador, para quien lo importante es la exploración cinematográfica, no un tema concreto. Siempre tiene varias ideas que le rondan por la cabeza y se centra en la que le parece más interesante desde el punto de vista del cine.
Y no busca que tenga que reflejar o denunciar una realidad, algo frecuente en el cine latinoamericano. “No asumo que los directores tengamos una responsabilidad, no somos cronistas. Hacer una buena película es una labor compleja como para añadir otra responsabilidad", reflexiona.
Sí usa un contexto porque cada historia se desarrolla en un sitio y un momento determinados y para darle realismo hay que considerar la situación social, “pero nunca se trata de una búsqueda frontal”, asegura.
Aunque a veces se encuentra con esa realidad social en su labor como productor y eso considera que le enriquece. Por ejemplo en Desde allá (2015), dirigida por Lorenzo Vigas y que se llevó el León de Oro de Venecia, le resultó muy interesante filmar en Venezuela esta película que al final fue casi un documento histórico.
Franco colabora con Vigas y con otros cineastas como el mexicano Gabriel Ripstein porque son amigos desde hace 15 años y existe una gran complicidad entre ellos.
Pero también le gusta su labor como productor porque al trabajar en películas de otros aprende cosas que le pueden servir para sus proyectos: “hay más riqueza cuando se produce mucho”, señala.
“Prefiero hacer dos películas por año, como productor o alternando, que una cada cuatro o cinco años solo como director”, reitera Franco.
“Soy muy joven, solo he hecho cinco películas y es cuando mas necesitas apoyo, confianza y fe para encontrar nuevas maneras de hacer películas”, asegura.