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Hacer rugir a Simba nuevamente fue como tomar un fino pincel y delinear cada uno de sus diminutos pelos a mano.

Este cuadro, que llega 20 años después del original, estuvo lleno de obstáculos: requirió mucha planeación, cientos de fotografías, videos y artistas —actores, guionistas y expertos en efectos especiales (CGI)— para recrear una obra más realista, casi como un documental, que no dejara de lado la parte cálida de su predecesora.

Lo importante para el responsable de unir toda estas piezas, el director Jon Favreau, fue respetar ese mensaje que ha estremecido a generaciones: “Me gusta la historia de Simba, su lucha por asegurar un mundo mejor”, explicó el realizador en conferencia de prensa realizada en la Ciudad de México.

“Lo que me encanta de este mensaje, especialmente si lo proyectamos a los millennials, es que cada generación tiene que decidir cómo encontrarse con el mundo en el que vive. A veces tienes que luchar y otras decir ‘Hakuna matata’; no preocuparte demasiado”.

El director dijo que el equipo se esmeró en complacer a personas de distintas edades, desde los que se identificaron con Simba en 1994 y que hoy pueden sentirse más cercanos a Mufasa, hasta los más pequeños, que verán en los jóvenes protagonistas una aventura que puede tornarse triste

“Todos tenemos antepasados que comenzaron con cinco o siete dólares en la bolsa, queriendo ayudar a la siguiente generación. Nos identificamos en ese devenir de un ciclo continuo, en el que tenemos que desempeñar diferentes roles; eso es lo bueno de la cinta original”, dijo.

“Aunque es una historia con mucha tragedia al final, porque la vida no siempre es feliz, toda la película tiene un mensaje maravilloso porque te prepara para continuar. Eso que sentí cuando vi la película original y espero que lo sientan en esta versión también”.

La nueva película de El rey león, que se estrena el 19 de julio, no es considerada por el estudio Disney como live action, por no tener actores reales en pantalla. El reto entonces fue transmitir emociones sin que los personajes se sintieran falsos. “Sabíamos que nadie quería otra mentira animada, así que buscamos que se viera como un documental con técnicas para lograrlo”.

Una de ellas fue unir a los actores como Donald Glover (Simba) y Beyoncé (Nala) y añadirles artilugios de realidad virtual para hacerlos interactuar con escenarios recreados y animales a su alrededor.

Luego de que interpretaron sus personajes e improvisaron, el realizador grabó sus voces sin capturar sus movimientos, pues consideró que la expresión de un humano no se adecuaba bien en un animal.

“Desde el inicio tomamos esa decisión de prescindir del motion capture porque si tomas una actuación humana y la pones en un felino no se traduce de la misma manera, las personalidades son diferentes. Por ejemplo, los humanos usamos las cejas para expresarnos, y los felinos sus cuerpos”, detalló.

Favreau compara el resultado final al de una pintura hiperrealista en la que el artista se esmera por proyectar un escenario en el que se perciban detalles, incluso emociones: “Cada roca, cada brizna de hierba, el agua, el cielo, todo fue hecho por artistas. Es como cuando vas al museo y miras el trabajo de un gran pintor y crees que es real”, consideró.

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