En los últimos meses las prisiones mexicanas se han convertido en un set frecuente para cine y televisión.
Mientras Santa Martha recibió a las primas Sofia y Saskia Niño de Rivera para grabar el serial "Libre de reír", donde personas privadas de su libertad (PPL) fueron preparadas para montar un stand up, el penal femenil de la capital mexicana permitió a la realizadora Patricia Martínez entrevistar a Sandra Aldrete “La Narcosatánica”, para un documental.
Y la cárcel de Ciudad Guzmán, Jalisco, fue utilizada para filmar la película de terror Cautivo eternamente, con la participación de PPL reales.
Las dos primeras producciones llegarán a Prime Video y HBO Max (el 21 julio y el 13 de julio, respectivamente) mientras que la tercera espera estar en cines en enero próximo.
“Las autoridades estaban felices porque (los prisioneros) se portaban mejor, si alguien estaba castigado, no podría estar con nosotros”, recuerda Saskia, productora de Libre de reír, que requirió cuatro meses de grabaciones en el lugar.
Conformada por cinco episodios, la serie muestra a hombres, mujeres e integrantes de la comunidad LGBT+ convirtiendo sus historias personales en rutina para stand up, bajo la supervisión de Sofía.
“Todos estamos a un error de estar adentro, puede ser que enojada le pegue a alguien y me quede en la cárcel. Se cree que ellos son súper delincuentes pero son seres humanos y así hay que tratarlos”, dice Sofía.
La también actriz de Una mujer sin filtro narra que enseñar a los PPL fue difícil porque prácticamente desconocían de qué se les hablaba.
“Muchos no sabían lo que era el stand up y de comedia no conocen, pero tienen el mejor humor que uno puede imaginarse”, detalla.
En todos los casos de producción, las autoridades no cobraron y dieron las facilidades para trabajar cuando la situación era pertinente, siempre siguiendo los protocolos de seguridad.
Cautivo, que requirió de 15 PPL para actuar como extras, no podía, por ejemplo, hacer ruido después de las 19:00 horas.
Y la producción de "La Narcosatánica" se ciñó únicamente a realizar entrevista telefónica con el personaje mientras estaba en una prisión federal y luego accedieron con cámara cuando fue trasladada a la de Tepepan.
“No nos cobraron, sólo nos pidieron que cooperáramos con pintura y un fubolito”, detalla Liz Díaz, productora de Cautivo eternamente, producción que aprovechó un espacio no usado por el centro de readaptación tapatío para contar la historia de fantasmas.
En dicha prisión se cuenta con un grupo de teatro, por lo que mediante una convocatoria, varios de los participantes fueron elegidos para la cinta, ya sea apareciendo de fondo o con algunos diálogos.
“Al principio queríamos Puente Grande, pero siendo de máxima seguridad no se podía y pues el director me dio la opción de filmar en el centro de readaptación porque había un espacio no utilizado, aunque sí había que estar moviendo a los PPL”, destaca Liz.
Explorar todas las versiones
La idea de las series es mostrar el otro lado de los detenidos. Con "La Narcosatánica", por ejemplo, se verá también su lucha por salir de la prisión de Tepepan, en Xochimilco.
“Fueron 15 años de estar con la historia, persiguiéndola. Es hablar sobre una mujer que lleva 34 años en reclusión, en los que así como estuvo en el caso, también ha sufrido cosas como torturas terribles y se pregunta por qué lo hizo”, cuenta Ximena Urrutia, productora del documental de tres episodios.
“Son tres cosas las que se verán: lo que cuenta Sara por vez primera, la que le hizo la prensa y la que cuentan los expedientes. Y todas son diferentes, la idea era encontrar la verdad entre todas las historias”, añade.
Al igual que las primas Niño de Rivera, Ximena señala que no se trata de redimir a quienes están detenidos, sino de verlos en su justa medida.
“Y al final aprendes de ellas, porque valoras la libertad, enseñan que la vida vale la pena a pesar de todo lo que pasa”, indica Sofía Niño de Rivera.
La más reciente producción, fuera del documental que se había hecho en una prisión, fue hace casi una década con la cinta de ficción "La 4a compañía", filmada en Santa Martha, basada en la historia real de los prisioneros que en los años 70 eran liberados en la noche para robar autos y regresar al día siguiente a su celda.