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El periodismo suele presentarse como una búsqueda de la verdad, manteniendo un compromiso con la objetividad. Pero, ¿qué ocurre cuando la necesidad de triunfar pesa más que la responsabilidad hacia quienes son retratados?
Esa es la pregunta que plantea Buenas Noticias (Gute nachrichten), ópera prima del director alemán Hannes Schilling, presentada en el 24 Festival de Cine Alemán 2025.
La película sigue a Leo, un periodista que se traslada de Berlín al sur de Tailandia con la esperanza de alcanzar el reconocimiento internacional al cubrir a un grupo rebelde. En ese camino promete ayudar a su amigo Mawar a emigrar a Alemania, pero cuando la redacción le envía a un fotógrafo sin consultarle, se ve atrapado en una espiral de engaños y decisiones moralmente cuestionables.
En entrevista con EL UNIVERSAL, el cineasta reconoce que la historia no surgió de la nada, sino de su propia experiencia como estudiante en Sudáfrica, donde enfrentó de primera mano el dilema de exponer a otros en situaciones de riesgo con fines artísticos.
“Me di cuenta de que, como creadores, tenemos un poder enorme: podemos poner a las personas en situaciones delicadas, pero rara vez pensamos en nuestra responsabilidad. Esa fue la semilla de la película”, explica el director.
Más que un retrato de un caso particular, la cinta busca abrir un debate sobre la forma en que periodistas y artistas occidentales se relacionan con las comunidades locales en el extranjero.
“Lo que quería cuestionar es la actitud arrogante de muchos occidentales, esa sensación de estar por encima de los demás cuando viajan o trabajan fuera. Me interesa cómo ese privilegio puede convertirse en abuso”, señala Schilling.
En Buenas noticias, esa tensión se refleja en Leo, quien finge haber conseguido testimonios exclusivos para no perder su trabajo, poniendo en riesgo no solo su ética profesional, sino también la seguridad de quienes lo rodean.
Para el cineasta, la manipulación emocional es un terreno peligroso en el que la desigualdad juega un papel central.
“Cuando alguien quiere algo y la otra persona culturalmente no puede decir que no, surge un desequilibrio. Esa desigualdad abre la puerta a la manipulación, y eso es lo que quise explorar”, afirma.
Un tema que toca a México
El debate que propone la película conecta con realidades más cercanas, como la de México, donde el periodismo convive con la violencia y los dilemas éticos del oficio.
“Aquí también hay dinámicas de poder desiguales. Periodistas extranjeros han llegado a contar historias sobre el narcotráfico y luego se van, mientras que la gente local queda expuesta a peligros, incluso a la muerte. Eso también es una forma de abuso de poder”.
Más allá de la crítica, el director espera que su filme inspire a los espectadores a mirarse a sí mismos y a narrar desde lo personal.
“No se trata de generalizar ni de señalar, sino de cuestionarnos nuestras propias acciones. Todos, en algún momento, abusamos de nuestro poder. Pero si aprendemos a mirarnos críticamente, podemos hacer que el mundo sea un poco mejor”, concluye.
Buenas noticias está disponible ahora en la Cineteca Nacional.
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