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El artista Mario Iván Martínez compartió que él fue de esos niños que cada domingo, desde las siete de la mañana se reunía con su hermano Eugenio alrededor de la televisión para ver "En Familia con Chabelo", programa que años más tarde le abriría las puertas para difundir el amor a la lectura a través de los cuentos.
"Soy de la generación que creción con el Tío Gamboín, Pepita Gomís y con Chabelo, en nuestra pequeña televisión en blanco y negro a la que se le rompió la antena y entonces se le puso un gancho de ropa, en una época dura después de la separación de mis padres y vivíamos con mi mamá (la actriz Margarita Isabel) en un departamento pequeño en la colonia del Valle; en ese entonces "En Familia con Chabelo" era un programa de rigor, cuántas generaciones podemos decir que crecimos con él", explicó Martínez.
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La oportunidad de integrarse al programa se dio en 2003, cuando se presentó en el programa "El Mañanero", el cual encabezaba Víctor Trujillo, ahí presentó un fragmento del espectáculo "Leyendas del México Antiguo", por lo que llevó tres títeres y los uso frente a la cámara para contar una historia; ese mismo día al llegar a su casa se encontró con la novedad de que Xavier López "Chabelo" le había llamado, entonces se comunicó con él y lo invitó a integrarse a su programa, donde dio a conocer clásicos de la literatura a través de cuentos.
"Yo nunca creí que la televisión comercial me dejarían difundir este tipo de literatura, tal vez hubiera sido más ligero lo que me habrían propuesto, sin embargo don Xavier tenía la posibilidad de otorgarame esta libertad. También me dio la oportunidad de darme a conocer de manera masiva, fui depositario de su confianza, de su generosidad, me otorgó absoluto albedrío en este trabajo, puso a su productora Verónica Albor a mis órdenes para la creación de las escenografías y la producción correspondiente; entonces Chabelo fue mi padrino en la televisión".
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Mario Iván recordó el programa caminaba tan bien, porque "Chabelo" tenía a su lado a una mujer excepcional, su productora Verónica Albor, quien realizaba el trabajo de cinco personas para cumplir las exigencias de Xavier López, a quien sólo le bastaba voltear a verla para hacerle saber lo que necesitaba, aunque ella ya se había adelantado a resolverlo; pero aseguró que sí era un jefe exigente."El señor López no toleraba la ineficiencia, las medias tintas, las personas que evadían su responsabilidad pues simplemente no duraban en la producción; el profesionalismo, la entrega y la disciplina eran necesarias para poder sacar adelante un programa con tantas exigencias, y siendo uno de los programas más longevos de la historia de la televisión mundial era inevitable arribar a una mecánica eficiente".