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El juego de luces creaba la ilusión de que todo estaba en cámara lenta, mientras que la música electrónica de The Chemical Brothers, mezclada con los gritos del público y el ritmo del tema “Go” marcaron ayer el inicio de una noche llena de fiesta.

En el centro del escenario no había nada más que las tornamesas y equipo con el que el dúo inglés iba armando las mezclas y si bien en el escenario Tom Rowlands y Ed Simons causaban los gritos del público, las grandes siluetas color fiusha que bailaban en la pantalla volvieron locos a todos.

Los músicos, que la noche del sábado llevaron su espectáculo a Guadalajara como parte del festival Corona Capital, llegaron al Pepsi Center como parte de su The no geography tour, gira que toma el nombre de su más reciente disco.

Apenas pasaban 10 minutos de las ocho de la noche y ya se empezaba a impacientar la gente; con un par silbidos y gritos, los ánimos decían que los seguidores de The Chemical Brothers, querían fiesta y la querían ya.

Así pasaron otros minutos en los que la ansiedad y los gritos iban en aumento mientras de fondo un DJ amenizaba la espera. Después de algunas quejas más, y con más de 40 minutos de retraso, los originarios de Inglaterra salieron al escenario.

No pasaron más de unos segundos para que todo quedara olvidado y los asistentes —que de acuerdo con cifras oficiales hicieron sold out, con 8 mil entradas— se dejaran envolver por, más que un concierto, una experiencia cargada de energía.

Así, entre temas como “Star guitar” y “Eye of destruction” los ingleses demostraron que para armar toda una fiesta no es necesario traer a la gran banda con guitarras y batería, sólo se necesita una tornamesa y saber preparar las mejores mezclas, que aunque suena sencillo, los fans de la música electrónica que los han acompañado desde hace más de 24 años saben que no lo es.

Entre imágenes psicodélicas y luces que como láser salían del escenario hacia el fondo del Pepsi Center, los músicos ofrecieron un setlist de más de 25 temas con el que revivieron canciones clásicas como “Hey boy hey girl”, del álbum Surrender, de 1999.

Todos querían bailar y la gran mayoría optó por levantarse de su butaca para adentrarse más al momento.

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