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Sábado 5 de octubre de 2002. Son cerca de las 11 de la mañana y un hombre con sombrero vaquero y varios periódicos bajo el brazo, deambula tranquilo a una calle del jardín principal de San Miguel de Allende, en Guanajuato.
La gente lo mira extrañada. Quien lo reconoce le lanza un tímido “¡hola Antonio!” y sigue su camino. Él responde con un “¡buenos días!” o levanta la mano en señal de saludo. No son los tiempos de teléfonos celulares con cámara. Quien posee uno es visto como millonario por su alto costo. Lo tradicional es el Nokia 3320 que tenía el juego de la viborita y nada más.
Así que en torno al tal Antonio que luce camisa clara de manga corta, vaqueros azules y botas negras, no hay gente que se arremoline. Y cuando está a punto de entrar a la casa que en ese momento renta, algunos periodistas que estaban por el lugar lo abordan.
Él sonríe. Camina unos cuantos pasos hacia la orilla de la banqueta para no estorbar el paso de otros transeúntes y suelta un “¿qué necesitan?”. Estaba a 48 horas de caracterizarse como el llamado “Centauro del Norte” y darle vida al jefe revolucionario en la cinta “And starring Pancho Villa as himself”.
“Nervioso, para nada, pero sí hay una responsabilidad hacerle justicia”, dirá en una plática que se extenderá por cinco minutos.
Banderas se sentía como en casa, porque ahí mismo en San Miguel de Allende, siete años antes y justo en la pared que tenía enfrente y que pertenecía a un hotel, Salma Hayek y él habían sido colgados para una escena de “Desperado”, de Robert Rodríguez.
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“A México lo quiero mucho, a los mexicanos, siempre me han tratado bien”, dijo quien un año después volvería para terminar la trilogía de “El mariachi”, ahora con “Érase una vez en México”, donde compartiría créditos con Johnny Depp, Rubén Blades y Willem Dafoe.
Este domingo, Antonio Banderas cumple 65 años de edad. Y sigue viniendo constantemente a México. Aquí promovió el doblaje de “El Gato con Botas” y rodó “La leyenda del Zorro” y “Verdades que matan”.
Su filmografía contabiliza más de 100 producciones entre EU, donde ha hecho lo mismo un hilarante hombre violento en “Los indestructible”, que un gay en “Filadelfia”, tuvo una aparición especial como el pintor David Alfaro Siqueiros en “Frida” de Salma Hayek; o un espía justo en la saga “Mini espías”. También fue un minero atrapado en “Los 33”, de la cineasta tapatía Patricia Riggen y un Herodes musical en “Camino a Belén”.
Y por supuesto siempre cargará con ser un “Chico Almodóvar”, el cineasta que lo apoyó cuando luchaba por ser actor. Su primera película con el realizador manchego fue “Laberinto de pasiones”, en los albores de los 80s.
"En mi búsqueda me topé con un señor con un maletín rojo, me dijo 'tienes una carga romántica, deberías hacer cine", se llamaba Pedro Almodóvar', recordó Banderas cuando se le reconoció en 2016 en el marco del Festival Internacional de Cine en Guadalajara.
"Alguien le dijo ‘este chaval ya hizo una película y no hará más’ (“Pestañas postizas”, 1982), pero la sabiduría del hombre con maletín se impuso, sigo soñando como un niño”, dijo en esa ocasión.
rad
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