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Desde los cinco años, Alejandro Speitzer ha habitado el escenario como si se tratara de su casa. Ha sido el niño que enternece en "Rayito de Luz" (2000) y la criatura vengativa de "Cóyotl: Héroe y bestia" (2025). Después de más de dos décadas de transformaciones, cualquiera pensaría que ya nada lo intimida.
Pero la realidad es otra, actualmente Alejandro se encuentra invirtiendo largas horas en ensayos de su primer monólogo, "Cruise. Mi último día en la Tierra", que trabaja junto al director Alonso Íñiguez, a quien le pregunta un poco del contexto histórico en que sucede la trama.
“Si algo me hubiera gustado es ir a la escuela de manera normal, no lo hice porque trabajo desde niño, y a pesar de que me encanta el camino que recorrí, hay una parte de mí a la que le hubiera gustado hacerlo de la otra manera, porque yo aprendí en el trabajo; así que esta obra es mi graduación y llevo años preparándome para mi examen final”, explica el actor de 30 años.
Alejandro tenía siete años sin pisar un escenario teatral, lo último que hizo fue la obra Straight, donde compartió créditos con Zuria Vega y Erick Elías, para después enfocarse en series y el cine.
Recientemente ha destacado en producciones como "Oscuro deseo" y "Alguien tiene que morir", o la película "Follow". Y si bien su presencia física destaca, a él no lo define como artista.
“Tenía tiempo queriendo hacer teatro porque tiene este poder de incomodarte, de generarte este hoyo en la panza que te hace sentir vivo, que muchas veces en un set lo vives a momentos, en escenas”.

Multifacético
Cruise abarca temas tan complejos como el VIH en la década de los 80, el respeto por la comunidad LGBT+ y la libertad y la dignidad.
También se trata de una obra unipersonal con 70 páginas de diálogos, en la que Alejandro recrea cerca de 10 personajes y nunca sale de escena.
“Estoy muerto de miedo, pero me gusta sentirme así, sé que es la única manera de crecer. No sé si estaba listo para un monólogo, lo único que sé es que mi intuición me decía que era aquí. Lo hablaba el otro día con mi director: hay un acto de valentía en todo esto”.
El protagonista de La cabeza de Joaquín Murrieta (2023), explicó que su interés por Cruise surgió cuando supo que fue la obra que reinició la actividad teatral en Londres después de la pandemia en 2021.
Lee también: El dilema por el que atravesó Alejandro Speitzer en "Straight"
En un viaje a Nueva York coincidió con el productor Sergio Gabriel y éste le reveló que él tenía los derechos de este monólogo, escrito por el actor y dramaturgo inglés Jack Holden, entonces decidieron hacerla; al proyecto se les unió Oscar Uriel produciendo.
“Me parece una obra muy poderosa, tiene un discurso y unos mensajes que impactan más allá de la comunidad y eso me parece importante”.
Speitzer da vida a Jack, un joven voluntario en una línea telefónica de ayuda para la comunidad LGBT+, quien una noche recibe la llamada de Michael, un chico que le cuenta su vida y el descubrimiento de la vida gay en Soho, en una época en donde el VIH se había convertido en una pandemia y cobraba muchas vidas.
“Michael, en una de sus líneas, dice: ‘si se tratara de hombres blancos heterosexuales, seguramente ya tendríamos una solución’. Jack le habla a una nueva generación que ve con aspiración las décadas pasadas, olvidando que muchas de las libertades que hoy disfruta existen gracias a quienes, en su momento, enfrentaron la opresión, el rechazo y el odio. Es, en esencia, una sacudida para los más jóvenes.”
Además de actuar en la obra que estrenará el 24 de octubre en el Teatro Milán, Speitzer se ha convertido en productor y no duda en algún momento en dirigir.
“Este proceso ha sido muy liberador. A veces como actores nos contaminamos y estamos muy acostumbrados al error, porque sabes que (en el set) puedes repetir varias veces, pero aquí estoy recordando la importancia de aceptar que el error es parte de la vida, que hay que caminar con él dignamente”.
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