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Durante días previos y horas antes de pisar el escenario, Alejandro Fernández prometió una gran noche y la cumplió: derrotó a la lluvia y reenamoró a miles con su estilo y envergadura.
“¡Viva México!”, fue su primera interacción con el público, que respondió con un rugido de 50 mil bocas presentes.
“Pa’que seas muy feliz” abrió rápidamente el fervor de la Plaza de Toros México, cuyas butacas, húmedas por la lluvia de minutos antes, presentaban en gran parte pequeños charcos en la zona cercana a los respaldos.
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Fue “Estos celos” la que hizo poner en pie al público, mayoritariamente femenino, que, con su brazo agitando el puño cerrado, coreó con fuerza la letra.
“El corazón no me cabe en el pecho esta noche, estando en el mismo lugar donde hace 40 años mi padre (Vicente Fernández) dejó una huella imborrable, la Monumental Plaza de Toros México”, expresó “El Potrillo”.
“Voy a dejar el alma y el corazón para que la música mexicana se escuche hasta el cielo”, agregó como preámbulo al tema “Si tu supieras”.
Sobre un escenario tipo cruz, similar al de su padre, el hijo de “Chente” movió a la gente a su antojo: bastaba una sonrisa para obtener un grito; extender sus brazos hacia abajo para arrancar gritos de “papacito” o aventar arengas en honor de México, para oírse “vivas” al unísono.
La lluvia, que por casi dos horas se abatió al sur de la Ciudad de México, cesó media hora antes de la señalada por el recital, que comenzó a las 21:45 horas.
“Hoy tengo ganas de ti”, donde fue acompañado por un trompetista a su lado; “Estuve” y “Esa mujer” integraron la primer media hora del concierto.
“Hoy más que nunca debemos agradecer a Dios estar vivos, juntos bajo este cielo mexicano”, dijo poco después el cantante.
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“El Charro de Huentitán” no podía dejar de estar, aunque desde el cielo. Y en algún momento sonaron las notas de “Mentí” que sirvieron para que las pantallas proyectaran fotografías de “Chente” justo cuando se presentó en la Plaza.
“Yo no pude compartir este escenario con él, pero yo si puedo ahora con mi hijo Alex”, dijo “El Potrillo” dando paso a su heredero, con quien interpretó “Mujeres divinas” y “Perdón”
En un momento cúspide de la noche, Alejandro se sentó para interpretar “Abrázame”, coreado por miles, entregadas.