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El deporte testimonia el anhelo de superación que caracteriza al ser humano. Expresión de ese deseo, aunque llevado al extremo, es el record. La idea de progreso ilimitado obedece al afán de mejorar lo que otros han hecho y lograr el nivel óptimo en una prueba o disciplina. El vocablo récord viene del inglés. Designa una hazaña deportiva que nadie ha realizado. Los hay de tiempo, longitud, altura, duración, fuerza, velocidad, marca, resistencia, etc. Para que sea válido debe registrarse ante un organismo autorizado. Todos los deportes lo tienen. Puede ser de un club, ciudad, región, país, continente o del mundo. En el empeño por conseguirlo prevalece el principio de máximo rendimiento y búsqueda de excelencia, que caracterizan a la vida moderna. Según la profesora Ulrique Prokop: “Un récord deportivo es un límite que el hombre alcanza por la cooperación de las fuerzas que le ha dado la naturaleza y de aquellas que ha desarrollado sobre la base de su fuerza de carácter.”
La aspiración a lograr un récord está asociada a la idea de excelencia. En su tiempo, el filósofo Aristóteles dijo: “La excelencia es resultado del hábito. Nos volvemos justos realizando actos de justicia; templados, realizando actos de templanza; valientes, realizando actos de valentía”. Así, junto al hábito de excelencia y el deseo de superación, suele estar la consecución del récord.
El sociólogo Jean Marie Brohm, en su libro Sociología política del deporte, dice: “La historia de los record deportivos constituye una galería de héroes y de superhombres que jalonan, como faros, la historia del deporte. De este modo, el deporte representa simbólicamente una serie de fronteras mágicas o de muros mágicos que franquear sucesivamente… El tiempo histórico no aparece en el deporte sino en la medida en que se mejoran marcas o límites de resultados. Dicho de otra manera, el récord es el aguijón de la función de superación del deporte…”
El afán de perfección suele llevar a lo óptimo. El anhelo de trasponer los linderos de lo imposible y romper las marcas establecidas, también obedece al deseo de perdurar y de trascender en el tiempo. El escritor francés Henri Barbusse dijo: “Es intentando lo imposible como se realiza lo posible.” Acaso por eso el poeta mexicano Félix Dauajare, en El viaje inextinguible, dice: “¡Ay! La sed de durar/ aun siendo piedra,/ montaña, precipicio…/ Penetrar en el tiempo,/ saber, desear, buscar celosamente/ con las plantas del alma sobre el fuego/ y llegar, finalmente, a lo imposible”.
