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Una reunión llevada a cabo el lunes 5 de septiembre entre el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y su contraparte ruso, Vladimir Putin —al margen de la reunión del G-20 en Hangzhou, China— para tratar un cese El fuego en Siria, fue inconclusa. Obama describió la largamente esperada reunión como “cándida, directa y profesional” y añadió que “brechas de confianza entre ambas partes habían obstaculizado las negociaciones”, describiéndolas como “duras” y “aún no hemos cerrado las brechas”.
De acuerdo con el presidente estadounidense, ambas partes están trabajando para intentar consumar el cese el fuego en Siria que permitiría mayores entregas de ayuda humanitaria. Se piensa que ambos países están tratando de llegar a un acuerdo sobre alguna forma de cooperación militar limitada en contra de organizaciones islámicas y, principalmente, el Estado Islámico (EI).
El presidente Putin fue más positivo, clamando que tenía razones para creer que Rusia y Estados Unidos podrían llegar a un acuerdo sobre Siria en días, permitiéndoles luchar contra el EI. Respondiendo a las preguntas, dijo que era prematuro dar cualquier detalle sobre los términos de un acuerdo potencial, pero señaló que sentía que un acuerdo estaba cerca “y si lo está, entonces podemos decir que nuestro trabajo en conjunto con Estados Unidos para luchar contra las organizaciones terroristas, incluyendo las que operan en Siria, mejorará y se intensificará significativamente”.
La reunión de ambos presidentes se llevó a cabo después de largas negociaciones, que tuvieron lugar la semana pasada en Ginebra y Hangzhou entre el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, y el ministro de Exterior ruso, Serguei Lavrov, que fracasaron en llegar a un acuerdo sobre Siria.
En la cumbre del G-20, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, instó a las potencias mundiales a establecer una zona de exclusión aérea en el norte de Siria, donde no habría combates y que podría detener el flujo de migrantes desde Siria. Repitió su propuesta a los presidentes estadounidense y ruso, quienes ya habían expresado sus reservas sobre una situación que requiere de un fuerte compromiso militar. También hizo un llamado para lograr un cese el fuego antes del Eid Al-Adha, el gran evento religioso que tiene lugar la siguiente semana. El presidente francés, François Hollande, advirtió contra una posible catástrofe humanitaria en Aleppo y sobre la posibilidad de internacionalizar el conflicto, abogando por una solución política en Siria. Un oficial del departamento de Estado dijo que ambos presidentes lograron definir las grandes diferencias y pidió a Kerry y Lavrov reunirse esta semana para llegar a un acuerdo. Expresó el punto de vista de su administración sobre la urgencia de alcanzar un acuerdo, dadas las condiciones humanitarias, y que dicho acuerdo debería ser claro y eficiente; de lo contrario se retirarían de todo el proceso.
Los rusos no comparten el mismo sentimiento de urgencia, ya que sus aliados —el régimen del presidente sirio Bashar al-Assad y su apoyo iraní— no son la parte sitiada. El sitio a Aleppo oriental será utilizado, como en muchas ocasiones de la guerra siria, como elemento político de presión ante la oposición. Hasta ahora, la dificultad reside en separar al grupo Fateh Al-Sham, ex Al-Nusra que estaba afiliado con Al-Qaeda, del resto de los rebeldes para aniquilarlos en coordinados esfuerzos ruso-estadounidenses. Eso sería un golpe a las fuerzas de la oposición y aseguraría el dominio de Al-Assad, y sus aliados militares, llevando a la imposición de su solución “política” del conflicto. Combatir al EI fue la razón dada por las fuerzas militares de intervención, tanto las iraníes como las rusas, las estadounidenses y turcas. Todos usaron ese pretexto, incluso armar a los kurdos en el norte de Siria se hizo bajo ese eslogan. El EI sigue ahí y servirá a su propósito por un tiempo, pero el conflicto sirio es cada vez más complejo y la población siria es la víctima permanente, hecho sin precedentes en la historia moderna.
Aleppo oriental está nuevamente sitiada y su población, de 270 mil personas, carece de todo lo necesario para sobrevivir. Sus condiciones serán las mismas que las de otros civiles en otras ciudades sirias, la última de ellas Daria, donde fueron obligados a rendirse ante el régimen tras ocasionar una hambruna.
Incluso si las dos superpotencias, Estados Unidos y Rusia, son sinceras en su búsqueda por un alto el fuego en Siria, el resultado final no será distinto al alto el fuego del pasado mes de febrero. Con el tiempo y con las continuas violaciones del régimen y sus aliados al cese el fuego, así como por parte de los islamistas que fueron excluidos de su beneficio, la calma impuesta fue erosionada y las hostilidades reanudadas.
No está dentro de los intereses de Al-Assad, ni de sus adversarios islámicos, participar de buena fe en cualquier proceso político que lleve a un periodo de transición, seguido por un cambio en la estructura política y la distribución de poderes en Siria. Eso también aplica a las organizaciones islámicas que serían eliminadas o marginadas en una situación de paz. Todos los intentos para negociar un acuerdo, o para cesar las hostilidades, fracasaron en el pasado y fracasarán en el futuro por esta obvia razón.
El autor fue embajador de Líbano en México entre 1999 y 2011
nouhad47@yahoo.com