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Para ser un “crítico poco serio” como también me han llamado, mi columna navideña fue todo un detonante. Memes, textos de defensa, felicitaciones, cartas y hasta un foro se abrió en el Centro de la Imagen para reflexionar sobre los sucedido en la hoy llamada, Bienal de la Ruptura.
En medio del desencuentro que se desató, de pronto se dieron señales de sensatez, y mientras intercambiamos invitaciones a distintas mesas; todavía se dan muestras de arrogancia que insisten en descalificar al “otro” para tratar de explicar lo inexplicable.
La semana pasada, la directora del Centro de la Imagen, Itala Schmelz, en tono amable, serio y respetuoso me comparte la invitación a participar en una mesa para el 11 de marzo en su próximo foro sobre la Bienal, allá en la Ciudadela.
Leo el mail, preparo un café y le respondo sin titubeos que acepto participar y agradezco la invitación; pero, sobre todo, el gesto. Apenas 24 horas antes estábamos buscando también invitar a Itala a otra mesa en el Bella Época para la celebración de los 10 años de Luz Portátil; y debatir sobre los resultados de la Bienal, pero no teníamos un canal de comunicación directo. Fue casi una coincidencia y ambos aceptamos colaborar en un debate respetuoso y constructivo.
En este contexto, que a ratos parecía escalar, reconozco sobre todo el gesto y la iniciativa; y ¿por qué lo digo? Porque a partir de aquella columna en diciembre del año pasado se desataron los demonios. YSi mi texto de entonces les pareció grosero, sólo hay que leer las fallidas defensas y sus argumentos. Sin embargo, como se lo comenté a Itala, su invitación es un cambio de ruta, la invitación al Centro deja fuera a los talibanes de siempre, los desarma y se abre la conversación. Y eso siempre será una buena señal.
Sin embargo, cuando el liderazgo toma iniciativas, supongo que debe compartirlas a su tripulación. Cosa que apenas está por verse. Tan sólo esta semana, en el programa de radio Imagen Líquida, que hacemos cada semana con el maestro Óscar Colorado, tuvimos como invitada a Yvonne Venegas —jurado de la Bienal—, quien entre otras joyas nos confesó que en algún momento de su carrera quería ser como Annie Leibovitz. Y ahí, ella nos receta una invaluable combinación de buen humor y arrogancia de antología.
Ahí me llamó “crítico poco serio”, así como fotógrafo “duro y puro” —lo que eso signifique— y por ahí se dijo incluso orgullosa del resultado de la Bienal. Dijo que algunas piezas eran para “provocarme” y que al final yo había caído en la trampa. Yvonne nos contaba de sus estudios en el extranjero, cuando dijo que sus maestros de foto eran unos “viejitos”; uno de ellos, por cierto, el artista Rubén Ortiz Torres, nacido en 1964, —artista plástico, egresado de la Academia de San Carlos—, mientras que su mayor influencia, decía Venegas, fue una escultora, y de ahí deduce que la fotografía es en realidad algo que se expande en tres dimensiones.
Todo lo anterior para justificar una de las piezas más “extrañas” de la Bienal. La del alambre de púas y sus ya famosos mechones de pelo de vaca, que por ningún lado presenta una sola versión fotográfica de esa ocurrencia.
Yvonne dice que para que una obra “le mueva el tapete” tiene que ser tridimensional y eso incluye el espacio, por eso les gustó tanto la obra de Carlos Iván Hernández, y remata su argumentación para recomendarnos a los fotógrafos “como yo” a que hagamos nuestra propia bienal.
Hasta aquí parte de lo que expresó la querida Yvonne, aquí el link de nuestro programa para que lo escuchen ustedes mismos. www.mixcloud.com/imagenliquida/imagen
-l%C3%ADquida-2a-temporada-20-con-
yvonne-venegas/
En resumen, lo que nos dijo Yvonne en la radio, palabras más, palabras menos, fue : “Si no les gusta la Bienal, son unos ignorantes”. Y entonces supongo que ese será el argumento central de los responsables de esta bienal. Si no nos gustó el resultado, es porque somos unos idiotas o ya no entendemos nada.
Así las cosas, en el ambiente parece haber dos señales, una conciliadora y otra excluyente. Espero que prevalezca la conciliadora, la argumentativa, en un marco de respeto y diálogo para superar este momento y juntos entender mejor la fotografía contemporánea.
Del 16 de febrero al 11 de marzo estará abierta una ventana de oportunidad para reconciliarnos y devolverle al Centro su capacidad de convocatoria plural y diversa. Nada sería más triste que al final se imponga la visión de los talibanes de la imagen en el sentido de excluir otras expresiones visuales, incluidas las de los fotógrafos “duros y puros”, como yo, o la necedad de defender lo indefendible.
Este 2017 puede ser el año de la reconciliación del quehacer fotográfico. Pero esto sólo será posible si omitimos de toda argumentación la división del “ustedes o ellos”. Aquí no caben las divisiones. Yo voto por un “nosotros” incluyente, respetuoso y diverso de cara a los nuevos paradigmas visuales. Insisto, la Bienal deberá cambiar de nombre y actualizar sus reglas.
A los amigos del Centro les agradezco la invitación y por allá nos veremos.
@MxUlysses