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No es nuevo que “la joya de la corona”, en el paquete electoral de 12 elecciones estatales de 2016, se llame Veracruz. ¿Y por qué Veracruz?
Porque aporta uno de los mayores caudales de votos, 5.5 millones en números cerrados, lo que equivale a la suma de los votos de Baja California Sur, Colima, Nayarit, Campeche, Tlaxcala, Aguascalientes y Quintana Roo.
Tampoco es nuevo que abundan las campañas en redes sociales y en ciertos medios para enlodar la imagen de uno de los mandatarios estatales con la peor aceptación, Javier Duarte, casualmente gobernador de Veracruz.
Así, por ejemplo, de la nada se culpó a Duarte del crimen quíntuple de la Narvarte —en la Ciudad de México— y son reiteradas las referencias que lo presentan como “gobernador mataperiodistas”, sin que nadie de sus críticos haya investigado por qué asesinaron a una docena de profesionales de los medios, en Veracruz.
En el caso del PAN y del PRD —partidos interesados en los votos de Veracruz—, el maniqueísmo contra Duarte es tal, que han reclamado un juicio político delirante, sobre todo si se toma en cuenta que usan argumentos que si los aplican a gobiernos azules o amarillos, el juicio político sería inmediato.
Además de que voces interesadas —también azules y amarillas— se han encargado de circular la especie de que Javier Duarte vive horas extras al frente del gobierno de Veracruz y que, por ello, en días será despedido. No entienden que apelar al manotazo presidencial, desde el centro, sería la confirmación de que el PRI de hoy es igual al PRI de los años 60, 70 y 80; un PRI nada democrático en donde el presidente era el rey en turno.
Es evidente que Duarte está lejos de ser el mejor gobernador de los que están en activo —PRI, PAN o PRD—; tampoco es el mejor en la historia de la entidad. No es el más simpático, con la mejor popularidad y —por si fuera poco— suele cometer frecuentes tropiezos declarativos que poco o nada abonan a su imagen. También tiene serios problemas con la deuda estatal y con la transparencia de partidas federales. Aunque ni es el más endeudado y tampoco el más opaco.
Sin embargo, es el gobernador contra el que existe una clara campaña de descrédito y al que muchos quieren ver colgado del palo más alto y quemado en leña verde en la plaza pública. ¿Y por qué muchos se tragan los sapos y las serpientes de que Duarte es el demonio?
Porque sólo un estúpido no entiende que la campaña contra Duarte —más allá de sus errores, desaciertos y limitaciones— es una campaña que busca votos. Van por el descrédito de Duarte porque lo único que les importa son los votos de Veracruz. Y es tan efectiva la campaña del PAN y PRD contra Duarte, que el candidato del PRI, Héctor Yunes, también la utiliza para ganar votos. ¿Lo dudan?
En sus primeras declaraciones, Yunes —candidato del PRI— negó pertenecer al grupo de Duarte y dijo que si fuera necesario llevarlo a prisión para limpiar el estado, lo hará.
¿Creen que Duarte es el peor gobernador?
Falso. El portal laotraopinion.com.mx documentó que —según cifras oficiales— en variables como crecimiento económico, inversión extranjera, generación de empleo, deuda pública, robo de vehículo, secuestro, homicidio doloso, asalto con violencia, extorsión, feminicidios, inversión extranjera directa e ingreso per cápita, entre otros, Veracruz tiene mejores cifras que muchos otros estados gobernados por el PRI, PAN y PRD.
¿Y entonces? ¿Por qué la madriza a Duarte, en Veracruz? ¡Estúpidos, es por los votos!
Al tiempo.
www.ricardoaleman.com.mx
twitter: @ricardoalemanmx