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Tras una reunión de emergencia del Alto Consejo de Defensa en Beirut el martes 8 de agosto, el presidente del Líbano, general Michel Aoun y su primer ministro Saad Hariri anunciaron la determinación del gobierno de liberar el territorio libanés de terroristas, y confirmaron el compromiso del Líbano en esta tarea con el resto de la Coalición Internacional contra el Terrorismo.
La reunión fue el último punto de los preparativos del ejército libanés para liberar las colinas alrededor de Al-Qaa, Fakeh y Ras-Baalbeck, en la frontera nororiental con Siria, de los combatientes del Estado Islamico –que suman unos pocos cientos-- que han estado ahí en los últimos tres años. La liberación de la región de Ersal de los combatientes de Jabhat al-Nusra por parte del Hezbolá, en julio pasado, allanó el camino para que el ejército libanés asumiera la tarea de liberar el resto de su territorio ocupado por el Estado Islámico (EI).
Debido a la profunda división que hay entre la población del Líbano entre los que apoyan y los que no al presidente sirio Bashar al-Assad, se convirtió en una necesidad nacional que el ejército tomara cartas en el asunto, en especial tras la victoria del Hezbolá. Las declaraciones de los líderes libaneses reflejan la gran diferencia que los separa.
El secretario general de Hezbolá, Hassan Nasrallah, declaró el viernes pasado en un discurso televisado que "se abrirá el frente sirio contra el EI, y el ejército sirio y Hezbolá estarán ahí".
Explicó que el ejército libanés atacará al EI desde su lado de la frontera, mientras que Hezbolá y el ejército sirio atacarán simultáneamente desde territorio sirio.
El primer ministro Hariri, por su parte, no ve la necesidad de una coordinación con el régimen sirio para combatir al EI, porque considera que ellos provocaron la presencia de los terroristas en las colinas e, incluso, podría empujarlos hacia el territorio libanés.
Presentar la próxima batalla contra el EI como parte del esfuerzo internacional para combatir al terrorismo reviste al gobierno libanés una credibilidad necesaria en el concierto mundial.
El primer ministro Hariri visitó Washington en julio y su conversación con el presidente Donald Trump giró en torno a “la contribución activa del Líbano contra el terrorismo y la extraordinaria carga de recibir un millón y medio de refugiados sirios”.
Fuerzas especiales estadounidenses han ayudado y entrenado al ejército libanés en preparación para la próxima confrontación contra el Estado Islámico. Un portavoz del Pentágono confirmó este hecho a Al-Hurra, la red de televisión estadunidense en la lengua árabe.
El pueblo libanés espera el inicio de las hostilidades en cualquier momento. Durante años, la población en el valle de Bekaa ha sido blanco de cohetes lanzados por grupos terroristas, de atentados suicidas y el ejército libanés ha perdido a muchos de sus elementos al hacerles frente.
En agosto de 2014 grupos del EI y Al- Nusra atacaron las posiciones del ejército del Líbano en Ersal y tomaron a nueve soldados como prisioneros de guerra, los cuales continúan en poder del Estado Islámico.
La liberación de las colinas de Ersal por parte de Hezbolá es considerada parte de la división del territorio y de la influencia en Siria. Irán aseguró su parte alrededor de la ciudad de Damasco y cerca de la frontera libanesa. Los estadounidenses en Líbano, como en otras partes de Siria, están actuando según su lema de combatir el terrorismo, hasta el momento en que puedan aclarar sus políticas y objetivos en la región.
El Líbano ha sufrido durante mucho tiempo los efectos de la guerra en Siria. Con la tendencia a generar calma y reducir la tensión en diferentes partes del país, los libaneses buscan un poco de relax en la vida cotidiana para abordar sus problemas económicos, de seguridad y operación del Estado. La crisis siria no se terminará pronto, pero vamos a presenciar, temporalmente, un poco de claridad en el oscuro cielo de la larga agonía, donde la gente trata de recuperar algo de la normalidad y la esperanza perdida.
Embajador de Líbano en México entre 1999 y 2011