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El viaje del presidente Donald Trump a Medio Oriente fue un evento espectacular, a decir por cómo fue recibido en Arabia Saudita y luego en Israel. La amplia atención y cobertura de los medios de comunicación aumentaron su significado y las expectativas a nivel regional e internacional.
Fue un alivio a la fuerte presión sobre su administración en casa y una buena ocasión para disfrutar de su posición como líder de una superpotencia. Elegir Riad como la primera capital a visitar pagó bien a su prestigio y ego. El acuerdo de armas por 110 mil millones de dólares con el reino dio credibilidad a su discurso y consignas a sus seguidores.
Las duras críticas a la política iraní en la región reflejaron el terreno común entre los antiguos aliados. Los Estados del Golfo ahora se sienten más cómodos con la posición de Estados Unidos contra su vecino. El gobierno de Barack Obama fue una decepción para ellos, especialmente en la cuestión iraní entre otros temas. “Desde Líbano a Irak hasta Yemen, Irán financia, arma y entrena a terroristas, milicias y otros grupos terroristas que propagan la destrucción y el caos en toda la región. Durante décadas Irán ha alimentado los incendios del conflicto sectario y el terror”, fue la declaración de Trump ,un eco de las mismas acusaciones de sus anfitriones.
Es obvio que el gobierno de Trump no se involucrará en una confrontación militar abierta con la República Islámica, pero el futuro reflejará el conflicto entre las dos partes en el Levante. La gente en Irak, Siria, Líbano y Yemen sentirá el calor de la polarización en su vida cotidiana, seguridad y economía.
Después de la esperada caída de Mosul, la futura estructura de las instituciones políticas y sociales en Irak será objeto de tensión entre el proyecto iraní y el estadounidense. El estado de ánimo en Washington ha cambiado e Irán no tendrá la misma mano libre en el país que durante la administración anterior .
En Siria, la Fuerza Aérea de EU interviene cada vez que el régimen sirio y sus milicias aliadas amenazan los planes estadounidenses en las fronteras entre Irak y Siria. En Líbano, Hezbolá está bajo nuevas medidas estadounidenses para secar sus recursos financieros. Los partidos están esperando el supuesto gran trato entre Trump y su par ruso, Vladimir Putin, para decidir su próximo movimiento. Muchas preguntas están surgiendo, especialmente sobre el papel iraní en esta nueva situación.
En Israel, el presidente Trump manifestó su interés en poner fin al conflicto israelo-palestino. A su llegada, el primer ministro Benjamin Netanyhu le dijo: “Usted acaba de volar de Riad a Tel Aviv, espero que algún día un primer ministro israelí pueda volar de Tel Aviv a Riad”. También habló de que “los peligros comunes están convirtiendo antiguos enemigos en socios”. Pero ¿cómo puede un presidente estadounidense en condiciones vulnerables influir en las partes del conflicto más largo para cambiar sus posiciones y aceptar una solución duradera? ¿Cómo puede Trump tener éxito donde todos sus predecesores desde Ronald Reagan han fracasado? Según lo expresado por el columnista israelí Akiva Eldar, en vez de vivir para siempre por la espada, los israelíes no se acercarán a la meta de normalización con sus vecinos si su gobierno continúa profundizando la ocupación del territorio palestino, aumentando la construcción en los asentamientos israelíes un 34% sólo durante el ultimo ano .. ¿Qué puede hacer el presidente Trump sobre eso?
El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, declaró con ocasión de la visita de Trump que la religión no tiene ningún papel en las negociaciones... Sermonear el mundo árabe-musulmán e ignorar la ocupación israelí-judía están convirtiendo un conflicto sobre el respeto al ser humano, su tierra, su libertad en una guerra religiosa...
Incluso Trump en su discurso de despedida sonaba muy sabio diciendo “el cambio debe venir de dentro”. Será interesante observar los movimientos de su enviado a Medio Oriente, Jason Greenblatt, y sus efectos en el gobierno israelí para detectar cualquier avance en los nuevos intentos estadounidenses.
El tiempo dirá si la visita de Trump fue sólo un “gran éxito de relaciones públicas” o un punto de inflexión en una región turbulenta.
El autor fue embajador de Líbano en México entre 1999 y 2011
nouhad47@yahoo.com