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Estados Unidos y Rusia anunciaron el pasado lunes un acuerdo para una tregua parcial en Siria. Las cuidadosas palabras utilizadas subrayan los obstáculos en el camino de los últimos esfuerzos para terminar una guerra devastadora después de cinco años de su comienzo. Este intento por terminar con las hostilidades es el primero y vino rodeado por dudas más que por optimismo, especialmente porque excluye al Estado Islámico y al Frente al-Nusra de su efecto.
El acuerdo fue el resultado de negociaciones entre Estados Unidos y Rusia como copresidentes del Grupo de Apoyo Internacional para Siria, el cual celebró su última reunión en Munich el 11 de febrero. Negociaciones militares y diplomáticas se llevaron a cabo durante una semana entre expertos estadounidenses y rusos sin la participación de las partes locales o jugadores regionales.
Estados Unidos está intentando contener a sus molestos aliados, Arabia Saudita y Turquía, para prevenir cualquier escalada del conflicto en el terreno, que podría derivar en su implicación en un enfrentamiento con los rusos. Rusia, después de su intervención decisiva en apoyo al presidente sirio Bashar al-Assad, quiere limitar el tiempo y el alcance de su participación por razones económicas. Una implementación exitosa del acuerdo dependerá de convencer a sus aliados en la región.
Está proyectado que el cese de hostilidades comience la medianoche del viernes, tiempo de Damasco, en los términos y condiciones que son parte de la declaración ruso-estadounidense. El presidente ruso Vladimir Putin dijo que todas las partes en conflicto en Siria deben mostrar su compromiso para alcanzar una tregua a mediodía del viernes. “Nosotros haremos lo que sea necesario con Damasco, con las autoridades legítimas sirias. Estamos contando con Estados Unidos para hacer lo mismo con sus aliados y los grupos que apoya”.
Putin se escuchó más optimista que la Casa Blanca, donde se cree muy difícil la implementación del acuerdo. El principal grupo de la oposición en Siria, la Coalición Nacional para las Fuerzas de la Oposición y la Revolución Siria, expresó “una aprobación preliminar para alcanzar una tregua temporal”, dijo en una declaración. El grupo de la oposición también solicitó garantías de que Rusia, Irán y las milicias sectarias detendrán la lucha.
Fuentes cercanas al régimen sirio están indicando que los rusos apoyarán las continuas operaciones y que el alto al fuego será local, gradual y temporal.
Las preparaciones del ejército sirio y sus aliados para continuar con su ofensiva en el norte en Idlib y alrededor de Aleppo podría encontrar su justificación en la exclusión del Frente Nusra y otros grupos de la tregua.
El principal obstáculo para una práctica aplicación del alto el fuego es la falta de claridad respecto de los grupos de oposición y su ubicación. El régimen y sus aliados rusos consideran, de todos modos, a todos los grupos armados de la oposición como terroristas y estaban lidiando con todos ellos como correspondía.
El alto el fuego permitirá a las organizaciones humanitarias entregar las muy necesarias provisiones de alimentos y medicinas a decenas de ciudades y pueblos sitiados. Todo depende de la buena voluntad de las autoridades sirias que utilizaron la hambruna como medio para la rendición de los insurgentes.
El anuncio del presidente Al-Assad de nuevas elecciones legislativas para el 13 de abril no deja mucha duda sobre su intransigencia. Los rusos querían que este evento constitucional fuera parte del proceso político. Al-Assad pensó de otra manera y eso es un indicador de sus convicciones y motivos.
La iniciativa ruso-estadounidense es el primer paso hacia una solución política. Significaría mucho si pudiera salvar vidas, detener el derramamiento de sangre siria y aliviar el sufrimiento de niños y ancianos sitiados. Le hace falta un mecanismo de supervisión en el terreno y depende únicamente, por ahora, de una línea roja militar entre comandos estadounidenses y rusos.
Muchos grupos de la oposición actuarán para que falle la tregua y el Frente Al-Nus- ra, por ejemplo, tendrá que probar su postura de combate con el fin de evitar que sus combatientes deserten hacia la organización del Estado Islámico.
Del lado del régimen, muchos creen que la oportunidad no debe ser desaprovechada para terminar con las fuerzas debilitadas de la oposición cuando sea posible.
Los días y semanas por venir probarán la sinceridad de la cooperación de las dos súper potencias. Hasta ahora, los estadounidenses han dado a los rusos el papel de líder en la crisis siria, para sorpresa y enojo de sus aliados. ¿Probarán los rusos ser dignos de la confianza que la administración de Barack Obama ha depositado en ellos o probarán nuevamente su debilidad y corta visión?
El autor fue embajador de Líbano en México entre 1999 y 2011
nouhad47@yahoo.com