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Hasta hace tres años, cuando todo era festejo en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y los recursos públicos y las cuotas sindicales fluían indiscriminadamente de las arcas gubernamentales hacia las cuentas bancarias controladas por la maestra Elba Esther Gordillo y su equipo cercano, parecía que el poder de esa lideresa era infinito y omnipotente; que todo lo podía y nadie, ni el mismo presidente de la República, se atrevía a confrontarla o decirle que no.
Eran tiempos de verdadera impunidad magisterial, de corrupción sindical, de abuso de poder, de saqueo de las arcas públicas, de amenazas cumplidas y hasta de asesinatos de líderes magisteriales opositores. En aquellos años no lejanos, eran cómplices de la maestra el gobierno federal, los empresarios complacientes, los líderes sindicales corruptos y hasta algunos opinadores que tenían cuota en el SNTE. En aquel momento nadie protestaba en defensa de los niños por su mala preparación y bajo aprendizaje, y mucho menos se pensaba en una urgente evaluación magisterial. A nadie le importaba, pues, la educación primaria en las escuelas públicas.
Sólo fue un grupo de maestros disidentes, integrados en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), el que durante muchos años alzó la voz para denunciar esa corrupción y complicidad entre Elba Esther Gordillo y el gobierno federal. El tiempo le dio la razón a esa disidencia magisterial. Al asumir Enrique Peña Nieto la Presidencia de la República, la profesora fue procesada por corrupción y hasta ahora sigue presa por diversos delitos.
Esa misma CNTE que dio la batalla a la corrupción de Gordillo es la que ahora es sentenciada y puesta en capilla por las autoridades federales encabezadas por el secretario Emilio Chuayffet, con el respaldo del sector empresarial, ahora sí preocupado por la educación infantil.
Hace unos días, el reportero Abel Barajas dio cuenta en el diario Reforma que un juez tramita, a petición de la Procuraduría General de la República (PGR), las declaraciones de impuestos y de operaciones financieras del SNTE de 2008 a 2012. También requirió las facturas que amparan los egresos o gastos realizados durante el mismo periodo, dentro del juicio abierto a Elba Esther Gordillo por delincuencia organizada y lavado de mil 978 millones de pesos.
En la comparecencia ante el Congreso del secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet, los legisladores del PRI y del PAN se acusaron mutuamente de ser responsables del empoderamiento de la maestra al frente del SNTE, pero lo cierto es que ambos son cómplices del brutal enriquecimiento ilícito de la maestra y del enorme poder político que acumuló por varias décadas.
Pero en los más de dos años que lleva presa, el gobierno peñista no ha podido encontrar esa enorme fortuna que la lideresa acumuló y que guarda en bancos extranjeros. Una historia contada por su ex asesor financiero Tomás Ruiz narra cómo Elba Esther Gordillo le ordenó que hablara con su ex esposo Francisco Yáñez, en ese entonces director general de la Lotería Nacional, para que le entregara toda la documentación relacionada con las cuentas bancarias y los movimientos financieros del SNTE y de la maestra, con el propósito de revisarlos, corregirlos y mantenerlos a salvo de cualquier investigación judicial.
Pasaron semanas y Elba Esther le preguntó a Tomás si ya había cumplido con su encargo, pero éste se quejó de que Yáñez no le entregaba la información financiera, a pesar de que en tres ocasiones se la había solicitado. Días después la maestra le dijo a Tomás que no se preocupara más, que ella y Yáñez revisarían personalmente las cuentas. Yáñez convenció a Gordillo de lo peligroso que era entregarle la documentación financiera a Tomás Ruiz, por lo que era mejor que él siguiera administrando la inmensa fortuna.
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