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Steven Patrick Morrissey, que aparte de su exitosa vida como cantante de Los Smiths y luego aclamado solista, es un letrista singular, vegetariano por convicción y acérrimo enemigo de la monarquía británica, aparte de vocalista que combina su tesitura de barítono con el falsete.
Este célibe y asexual que alguna vez en el Auditorio Nacional se volvió, con su grupo, una especie de charro electrónico en memorable concierto, llega a una segunda edición de su autobiografía publicada en español por Malpaso. Los libros de esta prestigiada editorial española que ha aterrizado en la CDMX con cartas credenciales de Frank Zappa, Bob Dylan, Pete Townshend, Elvis Costello y otros, en una vasta colección para una mejor comprensión del rocanrol de cada quien y de cada cual, ha encontrado en Morrissey y los cinco años de vida discográfica y concierto lleva tres décadas de narrativa traducida en canciones que han sobrevivido a la muerte anunciada de algunos rockstars que, para perpetuarse en la fama, deben terminar en un ataúd, algo que el británico ha conseguido en vida.
Verdaderos compendios de sabiduría roquera y su consecuente aplicación a la vida diaria, esta autobiografía que arranca en los años 80, se basa en la cimentación de una carrera desafiante donde las letras de sus canciones celebran el momento en que les tocó ser cantadas en un presente inmediato, sin mucha expectativa del futuro. El cantante cuenta infancia y adolescencia sin aparente destino, hasta que aparece el rocanrol como vía de escape en un Manchester agobiante.
Sin embargo, no hay destino manifiesto que no pase factura a destiempo hasta héroes conocidos y (des)afortunados de una música que, pese a la mecanización de la industria, a veces sigue vendiendo emociones que ya no se estilan en los dictados de la oferta y la demanda de la peor música en serie y sin casi alma que se hace hoy en día (Kanye West, Katy Perry, Beyoncé, Justin Bieber, Pitbull, Jennifer Lopez) que, mañana, será perfectamente olvidable.
En ese ámbito de intercambios culturales y mercantiles, de formas de escuchar música en una siniestra época de descargas digitales sin alma conceptual, Morrisey habla y recapitula de su experiencia personal en el rock-bizz y lo que le ha tocado cargar a las espaldas del negocio que, aún en el pedazo de fama que le ha tocado disfrutar, se traduce en algunos de sus feroces temas que hablan de poesía, valores imperantes, forma de vida y aprecio por el mundo animal. Valores esenciales en el cantante dentro del indie-rock-pop, que ha pasado por varias disqueras y su aspiración a ser alcalde de Londres por el Partido del Bienestar Animal.
Una autobiografía, ya se sabe, siempre acaba deparando algunas sorpresas ignoradas o poco valoradas de artistas y cantantes. En ese sentido, la de este espécimen de la cantada parece que está en constante descubrimiento para el lector que, se entera, entre otras cosas, de sus vagabundeos por el mítico CBGB neoyorquino (cuna del punk americano y la naciente new wave) y su encuentro cercano con Russel Mael de los legendarios y mal aquilatados, Sparks.
El libro es también como salir de compras con Morrisey y encontrarse, entre otros personajes, con Chrissie Hynde del grupo Los Pretenders, y ser parte de diálogos e historias poco convencionales. Maravillosas revelaciones que, fotografiando y autentificando la primera página del libro con pluma o bolígrafo se obtiene, a vuelta de correo electrónico, la versión de su e-book
en formato digital, totalmente gratis.