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Con la muerte de Chuck Berry, el sábado antepasado, se desató una polémica que, aunque menor a la que se desencadenó con el fallecimiento del Camaleón, David Bowie, el año pasado, también vale históricamente sobre la paternidad del rock que doctos y especialistas en la historia del rocanrol sacan a referencia cuando se trata de buscarle padre al rock.
Para algunos fue Bill Haley, para otros Elvis y para un contingente Chuck Berry; como sea, buscando pistas con críticos e historiadores confiables como Greil Marcus, nacido en el 45 en San Francisco, sale a relucir un libro básico Mystery train, que explora sobre la América profunda y las raíces de la música de rock & roll. El grueso volumen cargado de historia en personajes tan disímbolas como Sly & The Family Stone, The Band, Elvis, Randy Newman y Robert Johnson, curiosamente no se detiene en ninguno de sus apartados en personajes fundamentales del rocanrol (que luego, con la llegada de The Beatles, perdería el roll) como Berry, Little Richard o “El padrino del soul”, James Brown, por no citar también a Jerry Lee o Ray Charles.
Es obvio que el libro que vale mucho la pena (editado con traducción al español por editorial Contra y distribuido en México por Sexto Piso) es una selección de autor. Marcus sumamente respetado en el ámbito críptico mundial es también autor de otra maravilla que lleva por título Rastros de Carmín y por propulsar el mito y el culto de un disco (The Mask Marauders) que, supuestamente estaba integrado por Mick Jagger, Bob Dylan, John Lennon y Paul McCartney. Marcus, bajo el seudónimo de TM Christian, presuntamente también escribió una de las canciones del álbum y, en el número del 18 de octubre de 1969, la revista Rolling Stone, le dedicaba una amplia crítica al disco aparecido bajo el sello Reprise de Warner.
Todos los involucrados en el imaginario disco, decidieron ir hasta el final prácticamente inventado un disco inexistente y el LP se volvió una rareza que luego de una fama efímera cuando se descubrió el pastel, se fue directamente a los botaderos de la tiendas vendiéndose a tres discos por un dólar. Hoy, ya se sabe, como objeto de culto, se cotiza fuerte. Volviendo a Tren misterioso, todavía ostenta la leyenda de ser uno de los libros perfectos en forma de ensayo sobre la música popular estadounidense y su influencia permanece intacta para los que quieran atreverse a ver no sólo el desarrollo del rock sino de la cultura estadounidense con ramificación mundial casi hasta nuestros días de insospechados cambios millennials y hipsters, con celulares como extensión de su mano (más no de su cerebro) y respuestas idiotas sobre músicos de relevante influencia hasta nuestros días, al amparo de eso que dice: “… es que no es de mi generación”.
Bueno tampoco los egipcios eran de mi generación, pero sé quiénes son, igual que muchos músicos, grupos y solistas que hicieron en su momento que la música vendiera no sólo sonidos, sino emociones.
pepenavar60@gmail.com