La riqueza, tanto del país como la de nuestra ciudad, está en el trabajo conjunto de todos y en el ejercicio de un buen gobierno. Los capitalinos hemos crecido bajo una formación basada en la cultura del esfuerzo.

Lamentablemente, los últimos gobiernos en la CDMX se han encargado de distorsionar esta cualidad de los capitalinos, consolidando una política populista y clientelar basada en una serie de “programas sociales” que poco tienen de social y mucho de populistas. Asimismo, ha habido una total opacidad sobre los criterios para aplicarlos y sobre los padrones de los grupos de beneficiarios. Lo que sí se hace siempre evidente es el condicionamiento directo o indirecto para controlar políticamente a quienes reciben estos apoyos.

La subsidiaridad es el principio fundamental de una política social congruente y se basa en el apoyo solidario a las personas o grupos en condición de desventaja o de alta marginación. Debe mantenerse en tanto cuanto la persona lo requiera, en el tiempo y cantidad necesarios para que logre salir de ese estado de desventaja. Además, tiene que estar siempre aparejado con programas educativos y de promoción que permitan a los distintos grupos vulnerables superar las dificultades y condiciones que los han mantenido en situación de pobreza y marginación.

Hay gobiernos como los de la CDMX donde se diseñan los programas sociales de tal forma que las personas en condición de pobreza no logran salir de esa situación y muchas veces, incluso, empeoran. Es el caso de varios programas clientelares que a lo largo de estos años se han consolidado en la CDMX.

En el Proyecto de Constitución que presentó el jefe de Gobierno, se hace evidente esta política popular y clientelista. La semana pasada se aprobó la fracción A-3 del artículo 14 que dice: “Toda persona desde su nacimiento tiene derecho a un ingreso básico universal…”.

Es evidente, dadas las condiciones de la economía de la Ciudad, que no hay ninguna posibilidad de ofrecer esta renta básica universal porque no se tienen los ingresos suficientes ni la generación de riqueza necesaria.

Sobre este artículo se presentaron varias reservas que rechazan el concepto de “renta básica universal”; sin embargo, la Comisión sobre Carta de Derechos que atiende estas reservas, a la fecha no ha citado a su discusión.

Un derecho fundamental de los ciudadanos es el goce de los servicios básicos para una vida digna, mismo que el actual gobierno no está ofreciendo y por lo tanto no puede garantizar. No lo puede hacer por dos razones: 1) los recursos para los principales servicios públicos se han desviado a programas clientelares; y 2) porque se ha abandonado la fuerte inversión en infraestructura que requiere la Ciudad.

Esta política clientelar y populista, es la principal responsable del desastre económico de la Ciudad. En esta administración no se ha construido más Metro, ni una planta nueva de tratamiento de aguas negras, los camiones de basura destartalados no se sustituyen, se pierde agua en una red de tuberías obsoleta, se mantiene un pésimo servicio de transporte en microbuses, etc. Por otra parte, el dinero se desperdicia en despensas, conciertos “gratuitos”, pistas de hielo, roscas de reyes, entre muchas otras cosas más que no aportan nada a la solución de fondo de los graves problemas que tenemos.

Debemos rechazar las propuestas populistas y engañosas que se pretenden justificar desde la misma Constitución y que, de aprobarse, nos llevarán inexorablemente a la quiebra económica, a la falta de trabajo y a la pérdida de los servicios básicos que se requieren.

ciudadposibledf.org

twitter: @JL_Luege

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