Sorprenden las declaraciones del jefe de gobierno de la CDMX sobre el futuro que tendrán los terrenos del actual Aeropuerto (AICM) una vez que arranque el futuro Nuevo Aeropuerto (NAICM). Afirma Mancera que el destino de esos terrenos lo definirá la CDMX y no la Federación y que esto se hará de acuerdo a los resultados de las consultas ciudadanas que —dice— se están llevando a cabo. Posición francamente demagógica porque, en primer lugar, los terrenos del Aeropuerto son federales, por lo tanto, son propiedad de la Nación y sólo mediante Decreto Presidencial de Desincorporación podría hacer uso de ellos la CDMX. Mientras esto no suceda, la responsabilidad de los terrenos sigue estando en la Federación.
Por otra parte, el jefe de gobierno no ha leído el estudio que presentó la semana pasada la propia Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco) de la CDMX, donde afirma que los terrenos del AICM están en la convergencia de todos los desagües de la Ciudad, por lo que sería recomendable convertir los terrenos en una gran zona ecológica con lagunas y sistemas de regulación hidrológica. El estudio hace mención de la situación crítica en que se encuentran los sistemas de bombeo y drenaje del actual AICM, y en particular, del pésimo estado de la Planta de Bombeo del Lago, de la cual depende todo el desagüe hacia el brazo del Río Churubusco que descarga en la laguna de regulación del mismo nombre.
¿A que debería atender el jefe de gobierno? ¿A un estudio técnico serio o a una consulta parcial y sesgada? Los estudios de la propia Sedeco acaban con el apetito insaciable de la actual administración de entregar todo el espacio disponible en la Ciudad a empresas inmobiliarias corrompidas y sin escrúpulos.
El estudio, que está apoyado también por el Consejo Económico y Social, otorga la razón a quienes desde el inicio de la actual administración federal hemos insistido en el gravísimo error de construir el NAICM en la Zona Ecológica del Lago de Texcoco. Señala la imperiosa necesidad —en caso de liberarse los terrenos del AICM—, de construir “obras de infraestructura hidráulica de grandes dimensiones que contribuyan a reestructurar los ciclos hidrológicos de lo que antes fue un gran lago y que pongan orden al riesgo de inundaciones de la Zona Metropolitana”.
Las conclusiones de la Sedeco coinciden con un estudio que presentó la Conagua en el periodo de transición del gobierno de Peña Nieto, titulado “Consideraciones Hidrológicas y Ambientales en el Lago de Texcoco”, en el cual se concluye que la construcción de cualquier infraestructura, y mucho más la de un aeropuerto, es absolutamente incompatible con la vocación reguladora del vaso del Lago de Texcoco. El estudio contiene todos los cálculos matemáticos de lluvias y escurrimientos que demuestran de forma indudable la necesidad de mantener esta área natural de inundación.
Sin embargo, la propuesta de la Sedeco tampoco tendría sentido porque sería lo más ilógico del mundo construir el NAICM en una zona inundable y luego proponer que los terrenos del AICM se conviertan en una zona reguladora de inundaciones. Supongo que el más elemental sentido común nos diría que debemos preservar la zona natural de inundación que es la Zona Federal del Lago de Texcoco, donde se pretende construir el NAICM.
No tenemos alternativas para la función reguladora del Lago de Texcoco, pero si hay varias alternativas de solución aeroportuaria que aquí hemos presentado; desde la construcción del NAICM en Tizayuca, la factibilidad de una tercera pista para el actual AICM y lo que la propia SCT ya había propuesto en la pasada administración, sobre el mejor aprovechamiento de los aeropuertos de Querétaro, Toluca, Puebla y Cuernavaca.
Por el contrario, la SCT nos ofrece un proyecto inviable y muy riesgoso en la Zona Federal del Lago de Texcoco y a cambio, sacar de operación al actual aeropuerto con sus dos terminales y sus dos pistas y al Aeropuerto Militar de Santa Lucía con una de las mejores pistas del país.
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