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Nosotros fuimos los responsables. La dependencia que tenemos respecto a Estados Unidos es el resultado de lo que dejamos de hacer. Abrimos nuestra economía y sacrificamos nuestra industria a cambio de la promesa de inversiones extranjeras que efectivamente llegaron pero que lo hicieron supeditadas a la estrategia en turno de sus propios gobiernos.
El error fue que confiamos en la estabilidad del vínculo de apertura establecido con la principal potencia del orbe, pensamos que no cambiaría. No hicimos caso de lo que Estados Unidos ha mostrado a lo largo de su historia, “no tienen amigos, tienen intereses”.
Hoy, hasta Canadá apela al mismo argumento para señalar que, a pesar de las buenas relaciones con México, primero está su interés nacional.
De poco sirvió que nuestro país rechace y recuerde que calamidades históricas como el Holocausto representan una afrenta para el género humano. El primer ministro de Israel prefirió apoyar a su aliado político y militar.
A lo largo de los últimos 50 años México apoyó a Cuba frente a la presión de Estados Unidos después de la revolución en la isla.
También fue una nación generosa con las miles de personas que abandonaron sus naciones por los excesos cometidos por parte de la dictadura militar que en diferentes décadas se impuso en América del Sur y España.
De igual forma se ha olvidado que México participó activamente para lograr la pacificación de América Central, la provisión de petróleo barato a la región en momentos críticos de su historia y en la inclusión de China en la ONU.
México ha sido una nación noble y generosa con el mundo, buscando con ello el progreso y la mejor convivencia de la humanidad.
La falta de memoria también es parte del nuevo gobierno de Estados Unidos, hace una omisión importante cuando ataca a nuestro país y olvida que militares mexicanos dieron apoyo alimentario y de servicios de salud a los afectados por el huracán Katrina.
A pesar de todo ello, los mexicanos no debemos olvidar nuestra contribución al mundo, muestra quienes somos y deseamos ser. También nos enseña que sabemos corresponder ante la actitud solidaria de naciones que nos han apoyado en eventos negativos como los de 1985.
Debemos mantener nuestra actitud fraterna ante el mundo, pero debemos aprender de nuestros errores. ¿En qué fallamos? En no entender que la seguridad nacional requiere de contar con un desarrollo interno propio, que sea un verdadero blindaje ante el cambio político que periódicamente ocurre en el mundo.
Debemos contar con una política económica que garantice el crecimiento del mercado interno, en donde el comercio internacional sea un complemento y no la piedra angular del crecimiento, la transferencia de tecnología y la inversión.
Una economía subordinada a la evolución de una sola nación corre demasiados riesgos. Se convierte en un satélite. Cuando la política económica responde más a los intereses de los acuerdos internacionales que a las necesidades reales se tiene un verdadero problema.
“El respeto al derecho ajeno es la paz”, afirmó Don Benito Juárez. Sin embargo, debió agregar que el respeto al derecho propio también es indispensable en la conformación de cualquier nación. Debemos respetarnos para hacernos respetar.
La pobreza propició la migración hacia Estados Unidos. Las crisis económicas nos obligaron a convertirnos en facilitadores de inversión extranjera y olvidarnos del fomento a la nacional. Con ello las decisiones de qué se produce, exporta e importa se ubican en sus matrices.
Por ello, en la práctica se depende de lo que las fuerzas opuestas a Trump en Estados Unidos y otras naciones puedan hacer para proteger sus propios intereses comerciales. ¿Qué terminarán negociando?
En el mejor de los casos volveremos a la situación existente antes del inicio del gobierno de Donald Trump, una referencia que nos alcanzó para crecer sólo 2.5%.
La lección es clara, es momento de un nuevo modelo de desarrollo económico y social, uno que tenga su eje en las necesidades de México y su población. Nadie hará por nosotros lo que hemos dejado de hacer.
Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico
***Foto: ARCHIVO. EL UNIVERSAL