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Probablemente la pregunta correcta sea ¿por qué tendría que crecer? Si durante 30 años no hemos superado un promedio de crecimiento de 2.5%, ¿por qué debería ser diferente en el futuro cercano?, ¿qué se ha modificado para pensar que el país ya cuenta con bases sólidas para crecer más de 4% durante un periodo prolongado de tiempo?
Para quien ve el vaso medio lleno, y confía en el modelo económico actual, las reformas estructurales representan la respuesta, esa elusiva solución que en tres décadas no se encontró.
Su esperanza es que los cambios en materia fiscal, energética, laboral, educativa, de telecomunicaciones y financiera, por citar algunas de los más relevantes, se combinarán para transformar las capacidades productivas de México.
En algún momento sus beneficios lograrán modificar el entorno de negocios en el que vive la mayor parte de las empresas nacionales, se detendrá la precarización del mercado laboral y el avance de la pobreza. Se eliminará la informalidad y corrupción, al mismo tiempo que se incrementará la productividad y competitividad de la economía. Pero, ¿qué pasará si la mano invisible de las reformas estructurales no funciona?
Lo último es más probable, la actual coyuntura genera evidencia suficiente. La reforma fiscal era parte de la estrategia para modificar las restricciones del gobierno, darle más ingresos para aliviar la presión de unas finanzas públicas comprometidas por la deuda y los pasivos contingentes.
La reforma se aprobó, el gobierno tuvo ingresos adicionales pero el alivio no llegó. Hoy se debe recurrir a la vieja fórmula del ajuste fiscal restrictivo para intentar complacer a las calificadoras financieras internacionales, mostrar que se puede corregir el desequilibrio sin lastimar al crecimiento económico.
Si no se convence a los intermediarios financieros que manejan los recursos de los inversionistas internacionales aumentará la salida de capitales que ya ha provocado la depreciación histórica del peso.
Se puede argumentar que la promesa de la reforma fiscal no se hizo realidad por la contracción del precio del petróleo. Hay razón en ello, sin embargo eso tiene una implicación directa: los estrategas de la reforma energética y encargados de administrar la riqueza petrolera de México soslayaron elaborar un plan contingente sobre qué pasaría ante una caída en el precio del petróleo. Algo que sucedió casi de forma simultánea a la aprobación de la reforma energética.
La consecuencia directa es que la promesa de un Pemex fuerte no se hará realidad, algo que descarriló a la reforma fiscal.
¿En dónde quedó el incremento de la productividad laboral y del correspondiente aumento en los salarios de los trabajadores? La reforma laboral tenía una clara debilidad, el aumento de la productividad se genera en las empresas, el problema es que no existe una política económica para revertir la precariedad de los micronegocios, el 91% de las unidades productivas en México son de, cuando mucho, cinco personas. Se encuentran en la informalidad y casi no generan valor agregado.
El presupuesto para las micro y pequeñas empresas es el equivalente a los programas de combate a la pobreza pero desde el lado de las empresas.
Se debe agregar el estado de indefensión en el que se encuentran las empresas más grandes frente a la competencia desleal de productos importados que llegan con subsidios o programas de apoyo de sus gobiernos y ante lo cual poco se hace. El mejor ejemplo es el caso de China.
Frente a dicha realidad se insiste en buscar acuerdos comerciales con Jordania, Turquía, Islandia, entre otros países. El TPP carece de sentido si Estados Unidos no se incorpora. Entrar al TPP constituye un error si no se eleva la capacidad productiva de las empresas mexicanas.
La razón es muy simple, frente a las naciones del Sudeste Asiático, industriales y altamente competitivas, tenemos a Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Michoacán, entidades con los mayores niveles de pobreza en México, sin infraestructura de nivel global ni una base industrial para competir o por lo menos integrarse a los procesos globales.
Los desequilibrios citados se exacerbarán con el ajuste fiscal que se avecina, la restricción provoca que afloren las deficiencias, sin una estrategia correctiva diferente las consecuencias serán las que hemos vivido en otras ocasiones.
Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico