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Hoy México es la economía 15 del mundo, en 1980 era la número 10. Durante las últimas décadas el crecimiento del país ha sido inferior al de otras naciones que se integraron productivamente a la globalización, México se quedó atrapado en la etapa maquiladora. Aun Brasil, con sus crisis y problemas de corrupción, logró ocupar la posición de economía líder en América Latina.
Las restricciones productivas han creado una nación de contradicciones: 120 millones de habitantes viven diariamente las consecuencias de la polarización socioeconómica. En tanto, las instituciones debaten cómo medir la pobreza sin lograr abatirla.
Los censos económicos realizados por el Inegi han puesto de manifiesto que desde hace 20 años la economía 15 del mundo produce con grandes empresas pero emplea con micronegocios. El resultado es un país fragmentado que ha caído en una trampa de pobreza e iniquidad estructural en la distribución de la riqueza. Las cifras son contundentes.
De acuerdo al último censo económico, solo mil 280 unidades económicas generan poco más del 44% de la producción bruta total: el motor de crecimiento se encuentra vinculado a empresas grandes, las que emplean más de mil personas. ¿Qué pasaría si el país tuviera 100 empresas nacionales grandes adicionales que fueran igualmente productivas que las antes citadas?
En el otro extremo se tiene a las microempresas. El 72% de las unidades económicas en México emplean, cuando mucho, hasta dos personas. Una consecuencia directa es que la orientación de sus negocios es comercial, de bajo valor agregado, con escasa innovación y progreso tecnológico.
Su actividad se encuentra asociada a la informalidad. Generan empleo pero por su naturaleza pagan mal. Como punto de comparación estas microempresas pagan 5 veces menos que las grandes.
México no crece porque la mayor parte de sus unidades económicas son muy pequeñas, con un giro de negocio que por su naturaleza es poco productivo, no genera valor agregado y que además no remunera el trabajo de una parte importante de las personas que ocupa. El comercio al por menor es el mejor ejemplo. Se convirtió en la válvula de escape para todos aquellos que desde hace 40 años sufrieron las consecuencias de las crisis económicas que han asolado a México. El problema es que la salvación se convirtió en una pesada losa.
El comercio es un sector en donde se viven plenamente las contradicciones: da empleo pero paga mal porque no genera riqueza, es la parte comercial de productos básicos que en una creciente proporción son importados.
La estadística es clara, 36% de las unidades económicas que ocupan hasta dos personas se encuentra en el comercio al por menor, pero su producción solo es el % del total nacional. Ocupa a 10% del total de personas, pero solo paga 0.7% de las remuneraciones. Además, 33% de la personas que trabajan y no son remuneradas en México se encuentra en esta categoría. Lejanas se encuentran las prestaciones de seguridad social que deberían acompañar al empleo.
¿Por qué se fragmentó el aparato productivo mexicano? Cuando se privilegió la importación sobre la producción nacional se cerró el camino al desarrollo de nuevas empresas. De igual forma ocurrió cuando se privilegió la importación de insumos intermedios y bienes de capital para, en teoría, aumentar la competitividad de las empresas maquiladoras.
80 años después de haber iniciado este camino de privilegios los resultados son palpables, México cuenta con menos de 20 mil empresas medianas productivas, el resto fue desplazada por la importación y la llegada de empresas trasnacionales que privilegian a los proveedores de su propio país.
Aun las grandes empresas nacionales enfrentan este problema, algunas de las más exitosas son compradas por extranjeros. De las 500 empresas más grandes de México casi la mitad son foráneas. Y en las 100 más grandes de América Latina las empresas brasileñas superan a las mexicanas en una proporción de dos a uno.
En el corto plazo puede salir más barato comprar bienes en el extranjero que invertir en innovación y desarrollo para fabricarlos en en país, pero ese es un error que hoy nos cobra la factura en forma de polarización económica y social. La solución es mayor contenido nacional y una política para favorecer a los emprendedores mexicanos fabricantes de manufacturas.
Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico