Gregorio Ortiz, Pedro Morales, Félix Zavala, Antonio Zacarías... son algunos de los nombres que se pueden leer en las miles de cruces de madera que tapizan el muro que divide no solo a México de Estados Unidos, sino a miles de personas de sus familias y que significa un impedimento para alcanzar sus sueños.

La migración es un tema que siempre ha preocupado y ocupado a nuestro país. Cada año una multitud de mexicanos intenta cruzar la frontera norte en busca del llamado sueño americano pero también personas de todo el mundo, especialmente centroamericanos, ven a nuestro país como vía de paso hacia ese sueño que en muchos casos, termina siendo una pesadilla porque son abandonados a su suerte por los polleros o son víctimas del crimen organizado y, en algunas ocasiones, hasta son extorsionados por las autoridades.

Sin embargo, la situación que actualmente se vive en el norte de México es un problema humanitario que pocas veces hemos visto.

Miles de personas provenientes de Haití y de países africanos como el Congo, Angola y Guinea, llegaron a Baja California, específicamente a Mexicali y Tijuana, esperando que el gobierno estadounidense les dé asilo político, lo que ha provocado una crisis humanitaria en la que familias enteras viven de la ayuda que los albergues, y las autoridades pueden ofrecerles.

Históricamente, el gobierno de nuestro país ha exigido a EU una reforma migratoria con la que se pueda regularizar la estancia de mexicanos en aquella nación, y sobre todo, que se les dé un trato digno a nuestros compatriotas.

Exigimos trato digno, pero en México no siempre se les dispensa ese trato a los migrantes ya que es común verlos en diferentes estados mendigando por dinero o comida.

Lo más preocupante en estos casos, es que familias enteras viajan desde sus lugares de origen para intentar cruzar la frontera, lo que incluye a niñas y niños que comparten el riesgo de migrar. En no pocas ocasiones incluso esos menores viajan solos, buscando a sus padres o mejores condiciones de desarrollo.

Desde noviembre de 2015, presenté una iniciativa de ley para proteger a niñas y niños migrantes, garantizando los derechos que nuestra legislación les asigna.

De convertirse en ley, esta iniciativa beneficiará a miles de niños que viajan con sus padres o por sí solos; lamentablemente, aunque ya fue aprobada en comisiones y recibió el respaldo de organizaciones que defienden los derechos de los migrantes, no ha sido turnada al pleno para su votación.

Hace unos días, la Comisión Nacional de Derechos Humanos hizo hincapié en la necesidad de atender el problema de migración en Tijuana, y organismos no gubernamentales insistieron en el muy sensible tema de las niñas y niños migrantes, que sufren de abusos y requieren de protección por parte del Estado mexicano.

Es tiempo de que la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados ponga de su parte para atender estas situaciones, empezando por someter a votación del pleno la iniciativa que desde hace un año espera su turno para hacer valer los derechos humanos de niñas y niños migrantes.

Diputada federal del PRI

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