“Con usted en la cárcel El Pez va a acabar con su familia. Nosotros podemos brindarle protección”, le dijo el entonces procurador Jesús Murillo Karam a Sidronio Casarrubias Salgado, uno de los líderes de Guerreros Unidos.
Casarrubias Salgado había sido detenido en el Estado de México tres semanas después de la desaparición en Iguala de los 43 alumnos de la normal rural de Ayotzinapa. Era considerado el sucesor natural de Mario Casarrubias Salgado, El Sapo Guapo, como líder principal de la organización. Pero Sidronio se negaba a hablar. Siguió haciéndolo hasta que Murillo le mencionó a El Pez.
La desazón que este apodo produjo en Casarrubias hizo que las autoridades federales conocieran una de las primeras versiones sobre el destino de los estudiantes, así como la estructura completa de los Guerreros Unidos —según reveló el propio Murillo tiempo después.
El Pez es el jefe sanguinario de La Familia Michoacana. En abril de este año se extendió el rumor de que había muerto en un enfrentamiento con la Marina, en el poblado de San Vicente Tlalchapa, Guerrero.
Según la versión que corrió como reguero de pólvora en aquella zona, y que pronto confirmaron en redes sociales tres cuentas identificadas como de hijos suyos, el líder de La Familia Michoacana había sido gravemente herido durante el tiroteo con los marinos. El rumor indicaba que El Pez no había podido “bajar” para ser atendido por un médico, y había muerto tres días después del enfrentamiento.
El Sur de Acapulco informó que a la tierra natal del narcotraficante habían llegado “personas con flores”, aunque las autoridades reportaron que no habían hallado rastro alguno de velorio, pese a haber peinado la localidad cuidadosamente. Las autoridades aseguran que sigue vivo y prófugo.
En 2013 hubo otro rumor: decía que El Pez había sido capturado por el Ejército en la Tierra Caliente. Un mes después, sin embargo, se le vio pasear tranquilamente en Luvianos. En diciembre de ese año aparecieron en la región dos cadáveres descuartizados con mensajes dirigidos a los secretarios de la Defensa y la Marina: “Secretario de Defensa y Marina ahí les dejo su cena de navidad… les doy 24 horas para que se retiren y si no los voy a empezar a matar en emboscadas… con su padre nunca van a poder. Atte. El Pez y El M16. Viva la FM”.
El Pez es el apodo de Johnny Hurtado Olascoaga, el criminal más buscado en la Tierra Caliente. Con apoyo de funcionarios y políticos corruptos se ha convertido en señor de vidas y haciendas en Amatepec, Tlatlaya, Arcelia, Sultepec, San Miguel Totolapan, Acapetlahuacán, Teloloapa, Luvianos, Tejupilco y Apaxtla de Castrejón.
Un teniente de infantería acusado de brindar protección a La Familia Michoacana declaró que, mediante pagos de 140 mil pesos, Hurtado Olascoaga había construido una red de soplones entre los militares del 102 Batallón de Infantería: el mismo que se vio involucrado en la matanza de Tlatlaya.
En 2006, tras la detención de José de Jesús Méndez Vargas, El Chango Méndez, el liderazgo de La Familia Michoacana quedó en manos de José María Chávez Magaña, alias El Pony. El Pony se apoderó del sur del Estado de México, le declaró la guerra a Los Zetas y a la organización Beltrán Leyva, y envió a El Pez con 18 sicarios bajo su mando a “asegurar” la frontera con Guerrero.
El Pez no sólo la “aseguró”. Quedó como amo absoluto de un corredor que comienza en Tlatlaya —donde, según reportes de inteligencia, se concentra la droga de San Miguel Totolapan, Ajuchitán del Progreso y Apaxtla de Castrejón— e incluye Teloloapan, Cuetzala, Balsas, Acapetlahuaya, Amantepec y Tlalchapa.
Todo eso heredó El Pez cuando El Pony fue detenido en julio de 2014.
De acuerdo con autoridades federales, Johnny Hurtado Olascoaga, y su hermano José Alfredo, apodado El Fresa, son autores de gran parte de los secuestros, extorsiones y homicidios que sacuden la Tierra Caliente. Lo que no arrebatan ellos, se lo lleva su rival, Raybel Jacobo Almonte, El Tequilero (del que escribí ayer aquí: El narco que nadie encuentra).
Hace diez años que El Pez recibió la orden de apoderarse de aquellas regiones. No es inexacto decir que, desde entonces, las autoridades no han podido encontrarlo ni en su propio velorio.
Otra figura de Goya en la galería siniestra creada por la guerra, de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, contra las drogas.
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