Videgaray apostó, durante su catastrófica gestión como secretario de Hacienda, a alcanzar poderosas tasas de crecimiento económico originadas en las reformas estructurales, mismas que supuestamente habrían de reportarle a la nación volúmenes insospechados de inversión extranjera, la cual adicionada a los ingresos derivados de las exportaciones de crudo, le permitirían endeudar irresponsablemente al país al pasar de una deuda pública de 31% del PIB a 51% en tan sólo 4 años. Una locura. La apuesta falló porque ya en 2013, desde el primer año de la “administración” de Peña Nieto, el tal crecimiento se desplomó a 1.1% y digo desplomó, porque en el último año de la gestión de Calderón se alcanzó casi un 4%. El precio del petróleo se cayó escandalosamente junto con la producción de un Pemex quebrado, saqueado por los cuatro costados. Por si fuera poco, las inversiones esperadas no llegaron, pero eso sí, nos quedamos con una deuda muy gravosa, no se redujo el gasto corriente, ni se ajustó severa y oportunamente el presupuesto de egresos aprobado al vapor cuando el “Poder Ejecutivo” sobornó al “Poder Legislativo” mediante una mordida de diez mil millones de pesos, 20 millones de pesos pagados a cada uno de los 500 diputados de la “Honorable” Cámara de Diputados, en realidad, una casa de mala nota…

¿Cómo financiar el déficit público si no se desea reducir la nómina burocrática por cuestiones políticas ni es posible contraer las participaciones federales? ¡Muy sencillo! Se trata de recaudar más pasando a la sociedad a cuchillo con las armas que tenga “la autoridad” a su alcance. ¿Cuáles? De cada litro vendido de gasolina el fisco se queda con más de 40% del precio, de ahí que en 2017 se vayan a recaudar por este concepto casi 300 mil millones pesos. El gobierno se encuentra nuevamente en un severo predicamento financiero. La importación monstruosa de gasolinas y gas en un país petrolero y el pago del servicio de la deuda en dólares, entre otros conceptos, han desquiciado el tipo de cambio.

Por si todo lo anterior fuera insuficiente, el gobierno de la República lucra con la devaluación del peso, ya que las ganancias cambiarias del Banco de México, según la ley, deben ser entregadas a Hacienda de acuerdo con ciertos parámetros. Las reservas internacionales del Banco de México valen 170 mil millones de dólares y deben expresarse en pesos, de ahí que si a principios de 2016 el tipo de cambio estaba a 17 en números gruesos y concluyó a casi 21, es decir, una ganancia cambiaria de 3.70 o sea 554 mil 200 millones de pesos, de los cuales 470 mil millones bien podrían ir a dar en el próximo abril al erario.

Si la depreciación de peso se traduce en ganancias cambiarias para el Banco de México, y parte de dichas ganancias se le entrega a Hacienda, ¿entonces para qué reducir el gasto publico y la nómina burocrática si se cuenta con casi 600 mil millones de pesos que habría recibido Hacienda del banco central por este concepto en 5 años? ¿A quién le va a interesar revaluar el peso si gana con su devaluación a un altísimo costo social?

¿AMLO entiende lo anterior? ¿Ya queda claro por qué se va Carstens? No quiere ser culpable ni cómplice de la debacle que viene. Es la hora de arrebatarle el poder a los políticos. Conquistemos el poder en las urnas. Hay mexicanos de excepción, profesionales con un gran sentido del honor y de la dignidad que todavía podrían salvar a la patria…

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