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Cuando comencé a redactar, hace muchos años, mi columna intitulada Cuentos Políticos, nunca imaginé alcanzar el nivel de placer que me produjo referirme a la posible sustitución de Donald Trump como presidente electo de Estados Unidos.
El próximo 19 de diciembre se reunirá el Colegio Electoral para votar y ratificar a Donald Trump como jefe de la Casa Blanca. Resulta evidente que Trump, un magnate troglodita, venció en las elecciones del 8 de noviembre, cuando obtuvo 306 votos contra 232 de Hillary Clinton. Sin embargo, para ratificar su triunfo se requiere que, cuando menos 270 electores, se reúnan en sus capitales estatales y voten de nueva cuenta por el candidato republicano, la máxima amenaza mundial en los tiempos modernos.
¿En qué consiste la gran esperanza política? En Estados Unidos existe el movimiento “Hamilton Electors”, promovido fundamentalmente por los electores demócratas, de los cuales ocho ya han decidido no votar por Hillary y trabajan intensamente para convencer a 37 miembros republicanos del Colegio Electoral para que elijan a un “candidato alternativo” que no sería ni Trump ni Pence, sino, tal vez, John Kasich, el gobernador republicano de Ohio, quien, junto con Christofer Suprun, elector republicano de Texas, ha venido insistiendo, de principio a fin, que los electores no ratifiquen el triunfo de Trump porque “no está calificado para el cargo”. Es claro que, sin esos 37 votos electorales, Trump se quedaría con 269, por lo que le correspondería a la Cámara de Representantes elegir al próximo jefe de Estado de la Unión Americana. ¿Son muchos 37 votos electorales para reunirlos del día de hoy, 15 de diciembre, al 19?
La verdad, no resulta sencillo convencer a los 37 republicanos para que voten en contra de Trump, pero las posibilidades ahí están, sobre todo si no se pierden de vista dos argumentos imprescindibles para tratar de practicar un buen análisis. El primero consiste en recordar cómo “una evaluación secreta de la CIA determinó que Rusia interfirió en las elecciones estadounidenses con el fin de ayudar a Donald Trump a ganar la Casa Blanca”, según afirmó el Washington Post. Ese cargo sumamente delicado se confirmaría de alguna manera con el nombramiento de Rex Tillerson, presidente de Exxon, como secretario de Estado, muy próximo a Vladimir Putin.
Con independencia que Tillerson pueda o no ser ratificado por el Senado, los vínculos, ciertamente sospechosos de Trump con Putin se evidencian, tanto por las acusaciones de la CIA, como por haber concedido el cargo más importante del gabinete ya no sólo a un arribista, sino a un personaje proclive a una Rusia intervencionista.
El Colegio Electoral no está obligado a respetar el voto ciudadano, sólo que los “Hamilton Electors” son “responsables de proteger el futuro de la nación y asegurarse de que el futuro presidente sea la mejor persona para el puesto y actuar como una salvaguarda constitucional contra los que carecen de cualificación para ser presidente”.
Si los “Hamilton Electors” lograran que Trump no alcanzara los 270 votos en el colegio electoral y la elección del jefe de la Casa Blanca recayera en la Cámara de Representantes para elegir a Kasich, Estados Unidos le habría dado al mundo una gran prueba de fortaleza institucional democrática. ¿Que es difícil? Sí, muy difícil, sólo que lo fácil se acabó hace mucho tiempo… Esperemos el muy feliz arribo del día 19…
@fmartinmoreno